lunes, 14 de enero de 2013

SEMANA 14 ENERO

  • Estudio Bíblico de Congregación
Cántico 52 

(jr cap. 4 párrs. 1-8.) (30 minutos)
Capítulo 4
Evitemos los engaños de un corazón traicionero
SUPONGA que una mañana temprano, cuando todavía está en la cama, siente un dolor agudo en el pecho y le falta el aire. “¿Será un ataque al corazón?”, piensa. Reconoce que restarle importancia a los síntomas no servirá de mucho y que convendría tomar medidas urgentes. Así que llama una ambulancia para que lo lleve al hospital. Es posible que el médico le haga un electrocardiograma a fin de establecer un diagnóstico y administrarle el tratamiento adecuado, pues sabe que actuar con prontitud puede salvarle la vida.

2 ¿Cómo está nuestro corazón simbólico? Tal vez sea difícil saberlo. De hecho, la Biblia asegura: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?” (Jer. 17:9). El corazón puede engañarnos, haciéndonos pensar que no existe ningún problema espiritual aunque los demás sí perciban síntomas peligrosos y estén preocupados. ¿Por qué podría engañarnos? Porque nuestras tendencias pecaminosas nos juegan malas pasadas, y Satanás y su mundo pretenden enmascarar nuestro verdadero estado de salud espiritual. Con el objeto de examinar nuestro corazón, veamos cómo actuaron Jeremías y sus contemporáneos.

3 La mayoría de los judíos había demostrado que su corazón espiritual no funcionaba bien. Sin ningún tipo de remordimiento habían cambiado al único Dios verdadero por dioses cananeos. Por eso, Jehová los desafió diciendo: “¿Dónde están tus dioses que has hecho para ti? Que se levanten, si pueden salvarte en el tiempo de tu calamidad. Porque tantos como el número de tus ciudades han llegado a ser tus dioses” (Jer. 2:28). Por supuesto, uno puede estar convencido de que no adora a dioses falsos. Sin embargo, cierto diccionario define así la palabra dios: “Persona o cosa a la que se tributa especial consideración o veneración”. Para mucha gente, el empleo, la salud, la familia e incluso su mascota son lo primordial en la vida; otros dan especial atención a los deportes, las celebridades, la tecnología, los viajes o las tradiciones. Por todas estas cosas, infinidad de ellos sacrifican su relación con el Creador. ¿Podría influir en nosotros el ambiente que nos rodea, tal como les sucedió a los judíos?

EL CORAZÓN TRAICIONERO PUEDE ENGAÑARNOS

4 Cabe destacar el contexto en que Jeremías califica de desesperado al corazón. Muchos judíos iban diciendo: “¿Dónde está la palabra de Jehová? Que entre, por favor” (Jer. 17:15). Pero ¿fueron sinceros? Veamos. Este capítulo empieza así: “El pecado de Judá está escrito con un estilo de hierro. Con punta de diamante está grabado en la tabla de su corazón”. El problema fundamental de aquellos judíos era que cifraban su confianza en el hombre, en su brazo de carne, y alejaban su corazón de Jehová. No obstante, había una minoría que confiaba en Dios y esperaba su guía y bendición (Jer. 17:1, 5, 7).

5 La mayoría de los judíos dejó ver lo que había en su interior por su reacción a las instrucciones de Dios (léase Jeremías 17:21, 22). Por ejemplo, el sábado les ofrecía la oportunidad de descansar de las labores cotidianas y participar en actividades espirituales; por eso, no debían negociar ni hacer ninguna diligencia durante ese día. Ahora bien, sus actos revelaron el estado de su corazón. “No escucharon ni inclinaron su oído, y procedieron a endurecer su cerviz para no oír y para no recibir disciplina.” Aunque conocían la ley de Dios, la interpretaban a su manera y hacían lo que les parecía (Jer. 17:23; Isa. 58:13).

6 Hoy no estamos bajo la ley del sábado, pero la reacción de los judíos, que indicó el estado de su corazón, encierra una advertencia (Col. 2:16). Para hacer la voluntad de Dios, ya hemos dejado a un lado nuestros objetivos egoístas o mundanos, pues sabemos lo inútil que sería tratar de servir a Dios según nuestra conveniencia. Y seguramente conocemos a muchos hermanos que han dedicado su vida a hacer la voluntad divina y les ha resultado muy satisfaciente y agradable. Entonces, ¿cómo pudiéramos dejarnos engañar?

7 Un cristiano podría creer erróneamente que su corazón nunca lo va a traicionar, como les ocurrió a muchos contemporáneos de Jeremías. Imaginemos que alguien pensara: “No puedo perder el empleo; tengo una familia que mantener”, lo cual es muy comprensible. Pero ¿y si ese razonamiento lo llevara a este otro: “Tengo que ampliar mis conocimientos para conseguir o mantener un buen trabajo”? Como esta reflexión también parece lógica, podría acabar diciendo: “Los tiempos han cambiado, y para sobrevivir necesito un título universitario”. ¿Vemos con qué facilidad pudiera uno comenzar a restarle importancia a las sabias recomendaciones del esclavo fiel y discreto sobre la educación suplementaria y empezar a perderse reuniones? Algunos cristianos se han dejado moldear por la forma de pensar del mundo sobre este asunto (Efe. 2:2, 3). Con razón la Biblia nos exhorta: “No permitáis que el mundo a vuestro alrededor os meta dentro de su molde” (Romanos 12:2Comentario Bíblico Beacon).

8 Es cierto que algunos cristianos del siglo primero eran ricos y hasta prominentes en el mundo. Lo mismo puede decirse de algunos cristianos actuales. ¿Cómo deberían estos ver sus logros, y qué opinión deberíamos tener de ellos? Jehová nos da la respuesta mediante Jeremías (léase Jeremías 9:23, 24). En vez de presumir de sus éxitos, la persona sensata reconoce que el conocimiento del Soberano Universal es de máximo valor (1 Cor. 1:31). Ahora bien, ¿qué significa tener perspicacia y conocimiento de Jehová? La gente del tiempo de Jeremías sabía cuál era el nombre de Dios y lo que él había hecho para salvar a sus antepasados en el mar Rojo, al entrar en la Tierra Prometida, en el tiempo de los jueces y durante la dominación de los reyes fieles. Sin embargo, en realidad no conocían a Jehová ni tenían genuina fe en él. Aun así, decían: “He permanecido inocente. De seguro su cólera se ha vuelto de contra mí” (Jer. 2:35).

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 • Escuela del Ministerio Teocrático

Lectura de la Biblia: Mateo 7-11
*** w08 1/15 pág. 29 - pág. 30 Puntos sobresalientes del libro de Mateo ***
Respuestas a preguntas bíblicas:
 
7:16. ¿Qué abarcan los “frutos” que identifican a la religión verdadera? Abarcan no solo nuestra conducta, sino
también nuestras creencias, las enseñanzas que seguimos.
 
10:34-38. ¿Puede culparse a la Biblia de causar divisiones en la familia? De ningún modo. La verdadera causa es
la postura de los familiares no creyentes. Cuando estos no aceptan el cristianismo o se oponen a él, surgen
divisiones en el seno familiar (Luc. 12:51-53).
 
11:2-6. Juan ya sabía que Jesús era el Mesías, pues había escuchado a Jehová aprobándolo. ¿Por qué, entonces, le
preguntó a Jesús si él era “Aquel Que Viene”? Tal vez quería que el propio Jesús se lo confirmara. Pero es muy
probable que, además, quisiera saber si iba a venir “uno diferente” con poder del Reino para cumplir todas las
esperanzas de los judíos. La respuesta que recibió Juan mostró que Jesús no iba a tener ningún sucesor.
 
Lecciones para nosotros:
9:37, 38. Si le pedimos al Amo que “envíe obreros a su siega”, debemos ser consecuentes y participar con celoen la obra de hacer discípulos (Mat. 28:19, 20). 10:32, 33. Nunca nos debe dar miedo hablar de nuestra fe.
 
*** w11 7/15 págs. 13-14 ¿Seguiremos la amorosa guía de Jehová? ***
 
“NO DEBEN DESVIARSE PARA SEGUIR LAS COSAS IRREALES”
 
14 Continuemos con el ejemplo del viaje. ¿Qué sucedería si, al atravesar un gran desierto, nos saliéramos de la ruta porque viéramos un espejismo? Si fuéramos detrás de esa imagen engañosa, hasta podríamos perder la vida. Pues bien, Jehová conoce muy bien el peligro de confiar en algo irreal. Por eso dio una advertencia a los israelitas que pidieron un rey de carne y hueso, como tenían las naciones vecinas. Ese deseo era un pecado muy grave, pues indicaba que estaban rechazando a Jehová como su Soberano. Aunque él les permitió tener ese gobernante, les avisó a través del profeta Samuel de que corrían el grave peligro de “desviarse para seguir las cosas irreales” (léase 1 Samuel 12:21).

15 ¿Se imaginaban los israelitas que un rey visible sería más real que Jehová y que podría ayudarlos mejor?
En ese caso, habían caído en el error de ir detrás de “cosas irreales”. Y ahora era más fácil que fueran detrás de muchas otras de las fantasías promovidas por Satanás. Por ejemplo, sus reyes podrían llevarlos a adorar ídolos. Los idólatras cometen la terrible insensatez de creer que los dioses de madera o piedra son más reales y más dignos de confianza que el Dios verdadero. Pero él es el Creador de
todas las cosas, mientras que, como bien dijo Pablo, “un ídolo no es nada” (1 Cor. 8:4). Sin lugar a dudas, los ídolos son imágenes inútiles. ¿De qué vale poder verlos y tocarlos, si ellos mismos no ven, no oyen, no hablan ni pueden ayudar a nadie? Adorarlos sería ir detrás de algo irreal, de una fantasía que solo conduce al desastre (Sal. 115:4-8).

16 Satanás no ha perdido la habilidad de convencer a la gente para que vaya en busca de “cosas irreales”. Por ejemplo, consigue que muchos crean que en este mundo su seguridad depende de los bienes materiales. Y no hay que negar que las riquezas, las posesiones y los trabajos bien pagados les ofrecen ciertas ventajas. Pero, a la hora de la verdad, cuando les llega una enfermedad grave, una crisis económica o un desastre natural, ¿les valdrán de tanto como creen? Lo que es más, ¿impide el dinero que se sientan vacíos y desorientados en la actualidad? ¿Les ayuda a contestar las grandes preguntas de la vida? ¿Les infunde tranquilidad cuando se ven ante la muerte? Si tratáramos de saciar el hambre espiritual con bienes materiales, nos quedaríamos insatisfechos. No hay duda: son “cosas irreales”. A la larga, ni siquiera dan seguridad física, pues la vida no se puede prolongar indefinidamente, y la enfermedad y la muerte no perdonan a nadie (Pro. 23:4, 5). ¡Qué diferente es nuestro Dios! Jehová es mucho más real y nos ofrece verdadera seguridad. Pero solo la recibiremos si somos sus amigos. ¡Qué bendición tan grande es disfrutar de esa estrecha relación con él! Nunca la echemos a perder buscando “cosas irreales”.
 
17 ¡Qué maravilloso es tener a Jehová como nuestro amigo y nuestro guía en el viaje de la vida! Si hacemos caso de sus bondadosos consejos, no caeremos en ninguno de los tres peligros que hemos analizado: seguir a la mayoría, hacerle caso al corazón y perseguir “cosas irreales”. Así podremos alcanzar nuestro destino final: la vida eterna. En el próximo artículo analizaremos otras tres trampas en las que han caído muchos. Si prestamos atención a las advertencias que hace Jehová contra estos caminos falsos, llegaremos a odiarlos y nos esforzaremos al máximo por evitarlos (Sal. 119:128).
 
*** w00 7/15 pág. 4 Cómo puede tener más sentido la vida ***
UN ANTIGUO proverbio dice: “No te afanes por obtener riquezas. Cesa de tu propio entendimiento. ¿Has hecho que tus ojos les echen un vistazo, cuando no son nada? Porque sin falta se hacen para sí alas como las de un águila y vuelan hacia los cielos” (Proverbios 23:4, 5). En otras palabras: no es prudente agotarse tratando de enriquecerse, pues las riquezas pueden irse volando como si poseyeran las alas de un águila. Como indica la Biblia, las posesiones materiales pueden desaparecer rápidamente. Quizá se desvanezcan de la noche a la mañana por causa de un desastre natural, una crisis económica u otras circunstancias imprevistas. Además, hasta los que consiguen prosperidad material suelen sentirse desilusionados. Veamos el caso de John, cuyo trabajo consistía en actuar ante políticos, figuras del deporte y la realeza.

John dice: “Me dediqué por completo a mi trabajo. Prosperé económicamente, me alojé en hoteles lujosos y, en ocasiones llegué a ir al trabajo en un avión privado. Al principio me gustaba, pero con el tiempo llegó a aburrirme. La gente para la que actuaba me parecía superficial. Mi vida no tenía sentido”.

Tal como descubrió John, la vida que carece de valores espirituales no es satisfactoria. Jesucristo indicó en su famoso Sermón del Monte de qué modo experimentar verdadera felicidad. Dijo: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos” (Mateo 5:3). Está claro, pues, que es sabio poner en primer lugar en la vida los asuntos espirituales. Sin embargo, hay otros factores que también contribuyen a que la existencia tenga más sentido.
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Núm. 3: ¿Sobre qué asuntos es correcto orar? (rs pág. 272 párrs. 2-9)
 
*** rs pág. 272 párrs. 2-9. Oración ***
¿Sobre qué asuntos es correcto orar?
Mat. 6:9-13: “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera: ‘[1] Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. [2] Venga tu reino. [3] Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra. [4] Danos hoy nuestro pan para este día; y [5] perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores. Y [6] no nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo.’” (Nótese que el nombre de Dios y Su propósito deben tener prioridad.)
Sal. 25:4, 5: “Hazme conocer tus propios caminos, oh Jehová; enséñame tus propias sendas. Hazme andar en tu verdad y enséñame, porque tú eres mi Dios de salvación.”
Luc. 11:13: “Si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos dones a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!”
1 Tes. 5:17, 18: “Oren incesantemente. Con relación a todo den gracias.”
Mat. 14:19, 20: “[Jesús] tomó los cinco panes y los dos pescados, y, mirando al cielo, dijo una bendición y, después de partir los panes, los distribuyó a los discípulos, y los discípulos a su vez a las muchedumbres. De modo que todos comieron y quedaron satisfechos.”
Sant. 5:16: “Oren los unos por los otros.”
Mat. 26:41: “Manténganse alerta y oren de continuo, para que no entren en tentación.”
Fili. 4:6: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo por oración y ruego junto con acción de gracias dense a conocer sus peticiones a Dios.”
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• Reunión de Servicio
Cántico 73
10 min. Dé ayuda práctica. Discurso basado en el libro Benefíciese, de la página 188, párrafo 4, a la página 189, párrafo 4. Entreviste brevemente a alguien que pudo progresar gracias a que los demás se preocuparon sinceramente por él.

Ayude a los demás a progresar.
El interés en otras personas nos impulsará a seguir pensando en quienes demuestran interés y a volver a su hogar para comunicarles las verdades bíblicas que más directamente satisfagan sus necesidades. Antes de la siguiente visita, piense en las circunstancias del amo de casa. Prepare información sobre un tema que le preocupe. Resalte su valor práctico y ayúdele a ver cómo puede beneficiarle lo que está aprendiendo (Isa. 48:17).
Si la persona le habla de una situación o problema que le preocupa, véalo como una oportunidad especial de comunicarle las buenas nuevas. Siga el ejemplo de Jesús, quien siempre estaba listo para consolar a los afligidos (Mar. 6:31-34). Resista la tentación de ofrecer soluciones rápidas o de dar un consejo superficial, pues el amo de casa puede pensar que no se interesa sinceramente por él. Al contrario, comparta sentimientos como compañero (1 Ped. 3:8). Luego busque información en las publicaciones bíblicas y ofrézcasela para ayudarlo a enfrentarse al problema. Por supuesto, su interés amoroso por la persona impedirá que revele asuntos confidenciales que ella le confíe, a menos que haya una razón de peso para hacerlo (Pro. 25:9).
Debemos interesarnos en especial por aquellos con quienes estudiamos la Biblia. Pida ayuda en oración para entender las necesidades de cada uno de ellos y prepárese para el estudio teniéndolas presentes. Pregúntese: “¿Qué debe hacer ahora esta persona para seguir progresando espiritualmente?”. Ayúdela con amor a valorar lo que dicen al respecto las Escrituras y las publicaciones del “esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45). En algunos casos, quizá no sea suficiente con solo darle una explicación. Tal vez sea necesario hacer algo juntos a fin de mostrarle cómo poner en práctica cierto principio bíblico (Juan 13:1-15).
Se requiere equilibrio y buen juicio para ayudar a las personas a conformar su vida a las normas de Jehová. Sus antecedentes y aptitudes varían, y su progreso también. Sea razonable en lo que espera de ellas (Fili. 4:5). No las presione para que hagan cambios en su vida; más bien, permita que la Palabra de Dios y su espíritu las motiven. Jehová quiere que le sirvan con un corazón dispuesto, no por obligación (Sal. 110:3). Evite expresar su opinión sobre decisiones personales que los demás deban tomar, y aunque se lo pidan, no decida por ellos (Gál. 6:5).
Dé ayuda práctica. A Jesús le preocupaba principalmente el bienestar espiritual de sus oyentes, pero también se interesaba por sus otras necesidades (Mat. 15:32). Incluso si nuestros medios son limitados, hay muchas maneras prácticas en las que podemos ayudar.
El interés por los demás nos hará más considerados. Por ejemplo, cuando las condiciones del tiempo incomoden a la persona, colóquese en un lugar más adecuado o proponga seguir la conversación en otra ocasión. En caso de que la visite en un momento inoportuno, ofrézcase para volver más tarde. Si un vecino o alguien que demostró interés está enfermo o en el hospital, interésese por él enviándole una tarjeta o una carta breve, o visitándolo personalmente. Si lo estima conveniente, también podría llevarle una comida sencilla o dispensarle cualquier otra atención.
A medida que los estudiantes de la Biblia progresan, quizá sientan un vacío emocional al no relacionarse tanto con sus conocidos de antes. Hágase su amigo. Pase tiempo hablando con ellos después del estudio bíblico y en otras ocasiones, y anímelos a rodearse de buenas compañías (Pro. 13:20). Bríndeles su apoyo para asistir a las reuniones cristianas; siéntese con ellos durante el programa y ayúdelos a atender a sus hijos, de modo que todos puedan beneficiarse más plenamente de la información.
Muestre interés sincero. El interés por los demás no es una técnica que deba dominarse, sino una cualidad del corazón. El grado al que lo manifestamos se evidencia de muchas maneras: en cómo los escuchamos, en qué les decimos, y en la bondad y consideración con que los tratamos. Aun cuando no digamos ni hagamos nada, nuestra actitud y expresión facial les indicará que en verdad nos preocupamos por ellos.
La razón más importante para mostrar un interés sincero por el prójimo es que así imitamos el amor y la misericordia de nuestro Padre celestial. De ese modo ayudamos a nuestros oyentes a acercarse a Jehová y al mensaje que él nos ha encomendado difundir. Por lo tanto, al predicar las buenas nuevas, esfuércese por “no vigila[r] con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás” (Fili. 2:4).
CÓMO MOSTRAR VERDADERO INTERÉS
Escuche a la persona. Dele las gracias por expresar lo que piensa y siente. Hágale preguntas para entender mejor sus puntos de vista. Siga pensando en ella después de concluir la conversación. Vuelva a visitarla pronto. Háblele de las verdades bíblicas que más directamente satisfagan sus necesidades. Ayúdela en lo que pueda. Tenga presentes tanto las necesidades inmediatas como las futuras.
EJERCICIOS: 1) Antes de una reunión de congregación, interésese personalmente por alguno de los asistentes. No se conforme con saludarlo. Esfuércese por conocerlo mejor y demuéstrele que se interesa por él. Haga de ello un hábito. 2) Interésese en alguien con quien hable en el servicio del campo. En vez de limitarse a darle testimonio, trate de conocerlo mejor. Adapte sus palabras y acciones a lo que sepa de la persona. Busque oportunidades para hacer lo mismo con otros amos de casa.
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10 min. ¿Cuál es la lección? Análisis con el auditorio. Tras la lectura de Mateo 4:1-11, pregunte a los presentes cómo pueden ayudarnos estos versículos en el ministerio.
===================10 min. “Demos ‘testimonio cabal’.” Preguntas y respuestas.
Demos “testimonio cabal”

1. ¿Qué buen ejemplo nos dejó Pablo?
1 “Efectúa tu ministerio plenamente.” (2 Tim. 4:5.) El apóstol Pablo no tuvo reparos en decirle estas palabras a Timoteo porque él mismo había dado el ejemplo. De hecho, entre los años 47 y 56 de nuestra era realizó tres expediciones misionales. Además, el libro de Hechos dice en varias ocasiones que Pablo dio “testimonio cabal”, o completo, de las buenas nuevas (Hech. 23:11; 28:23). ¿Cómo podemos nosotros hacer lo mismo?

2. ¿Cómo podemos efectuar por completo nuestro ministerio al predicar de casa en casa?
Al predicar de casa en casa. Hay personas que nunca han escuchado el mensaje, pero para conseguirlas tal vez tengamos que predicar en un horario distinto. Y si salimos por las tardes o los fines de semana quizás logremos conversar con los cabezas de familia. Debemos hacer lo posible por hablar con alguien en cada hogar, para lo cual es muy útil apuntar los no en casa y visitarlos a distintas horas. Y si aun así no logramos conseguir a nadie, tal vez podamos llamar por teléfono o dejar una carta.

3. ¿Qué oportunidades tiene usted de predicar en lugares públicos o informalmente?
Al predicar en lugares públicos o informalmente. Los testigos de Jehová damos a conocer “la sabiduría verdadera” a todo el que quiera escucharla. A veces, predicamos “en la calle misma” o “en las plazas públicas” (Prov.—1:20, 21). Y tratamos de hacer lo mismo mientras realizamos nuestras tareas cotidianas. Así, podemos decir que estamos “intensamente ocupado[s] con la palabra” y que estamos cumpliendo con el deber de dar un “testimonio cabal” (Hech. 10:42; 17:17; 18:5; 20:20, 21, 24).

4. ¿Cómo nos puede ayudar la oración y la meditación a dar un testimonio cabal?
4 Puede que a veces nos retraigamos de dar el mensaje por timidez o por alguna deficiencia, y no cabe duda de que Jehová comprende esas limitaciones (Sal. 103:14). Sin embargo, cuando eso nos suceda, debemos pedirle en oración valor para hablar (Hech. 4:29, 31). Algo más que nos puede ayudar es meditar en la importancia de las buenas nuevas durante nuestro estudio personal de las Escrituras (Filip. 3:8). De este modo profundizaremos nuestro aprecio por ellas y nos sentiremos impulsados a declararlas con entusiasmo.

5. ¿Qué podemos hacer para contribuir al cumplimiento de la profecía de Joel?
5 El libro de Joel señala que antes de que llegue el gran día inspirador de temor de Jehová, su pueblo va a estar muy ocupado predicando, sin detenerse ante nada (Joel 2:2, 7-9). Así pues, efectuemos plenamente esta labor que nunca jamás se repetirá.

Cántico 92 
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• Estudio de la Atalaya
Cántico 67
¿Qué significa para usted el perdón de Jehová?
“Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera [...], que perdona error y transgresión y pecado.” (ÉX. 34:6, 7)

BUSQUE LAS RESPUESTAS
¿Qué hizo Jehová con los pecados de David y Manasés, y por qué?
¿Por qué no perdonó Jehová a la nación de Israel en conjunto?
¿Cómo podemos recibir el perdón de Jehová?
1, 2. a) ¿Qué clase de Dios demostró ser Jehová para la nación de Israel? b) ¿De qué va a tratar este artículo?
EN TIEMPOS de Nehemías, un grupo de levitas reconoció en una oración pública que sus antepasados una y otra vez “rehusaron escuchar” los mandamientos divinos. Sin embargo, una y otra vez, Jehová demostró ser “un Dios de actos de perdón, benévolo y misericordioso, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa”. De hecho, continuó demostrando bondad inmerecida a los contemporáneos de Nehemías que volvieron del exilio (Neh. 9:16, 17).

2 Cada uno de nosotros podría preguntarse: “¿Qué significa para mí el perdón de Jehová?”. Para dar respuesta a esta importante pregunta, examinemos cómo trató Dios a dos hombres que obtuvieron su perdón: los reyes David y Manasés.

LOS GRAVES PECADOS DE DAVID
3-5. ¿Cómo llegó David a cometer pecados graves?
3 Aunque David temió a Dios, cometió pecados graves. Dos de ellos tuvieron que ver con un matrimonio, el de Urías y Bat-seba. Las consecuencias fueron dolorosas para todos los implicados. No obstante, la forma en que Dios corrigió a David nos dice mucho sobre el perdón divino. Veamos lo que sucedió.

4 David había enviado al ejército de Israel a sitiar Rabá, la capital de Ammón, que se encontraba a unos 80 kilómetros (50 millas) al este de Jerusalén, más allá del río Jordán. Entonces, desde la azotea de su palacio en Jerusalén, vio bañarse a Bat-seba mientras su esposo estaba en el frente de batalla. Aquello despertó tanto sus deseos que mandó llamarla y cometió adulterio con ella (2 Sam. 11:1-4).

5 Cuando David se enteró de que Bat-seba estaba embarazada, hizo que su esposo regresara a Jerusalén con la esperanza de que tuviera relaciones sexuales con ella. Pero Urías ni siquiera entró en su casa, y eso que David lo animó a hacerlo. Por lo tanto, en un mensaje secreto, el rey ordenó al comandante militar que colocara a Urías “enfrente de los ataques más pesados de la batalla” y que los demás soldados lo abandonaran, convirtiéndolo así en un blanco fácil. Tal y como David había planeado, Urías murió en la batalla (2 Sam. 11:12-17). De ese modo, el rey añadió a su adulterio el asesinato de un hombre inocente.

EL CAMBIO DE ACTITUD DE DAVID
6. a) ¿Qué hizo Dios en vista de los pecados de David? b) ¿Qué nos revela sobre Jehová el modo en que atendió la situación?
6 Claro está, Jehová lo vio todo, pues nada escapa a su atención (Prov. 15:3). Aunque el rey se casó más tarde con Bat-seba, “la cosa que David había hecho pareció mala a los ojos de Jehová” (2 Sam. 11:27). Así pues, ¿qué hizo Dios en vista de los graves pecados de David? Le envió a su profeta Natán. Como es “un Dios de actos de perdón”, parece que deseaba encontrar un motivo para mostrarle misericordia. ¿No es alentadora la forma en que se encargó del asunto? Él no obligó a David a confesar; simplemente hizo que Natán le relatara una historia que resaltaba la gravedad de sus pecados (léase 2 Samuel 12:1-4). Aquel resultó ser un modo muy eficaz de atender la situación.

7. ¿Cómo respondió David al relato de Natán?
7 El relato de Natán avivó el sentido de justicia del rey. David se enfureció con el rico de la historia y le dijo al profeta: “¡Tan ciertamente como que vive Jehová, el hombre que hizo esto merece morir!”. Además, declaró que la víctima de tan grave injusticia debía ser indemnizada. Pero entonces recibió un jarro de agua fría. “¡Tú mismo eres el hombre!”, exclamó Natán. David supo que, como consecuencia de sus actos, su familia sería golpeada por muertes violentas y otras desgracias. Por otra parte, él sería humillado públicamente por sus errores. David comprendió la gravedad de sus actos y admitió apesadumbrado: “He pecado contra Jehová” (2 Sam. 12:5-14).

LA ORACIÓN DE DAVID Y EL PERDÓN DE DIOS

8, 9. ¿Cómo revela el Salmo 51 los sentimientos de David, y qué nos enseña sobre Jehová?
8 El sincero arrepentimiento del rey David queda reflejado en una canción que compuso más tarde. En el Salmo 51 leemos sus conmovedoras súplicas a Jehová, que indican claramente que no solo admitió sus pecados, sino que también se arrepintió de ellos. Lo que más le preocupaba era su relación con Dios. “Contra ti, contra ti solo, he pecado”, confesó. También le rogó: “Crea en mí hasta un corazón puro, oh Dios, y pon en mí un espíritu nuevo, uno que sea constante. [...] Restáurame, sí, el alborozo de la salvación por ti, y quieras sostenerme aun con un espíritu bien dispuesto” (Sal. 51:1-4, 7-12). ¿Somos tan sinceros como él cuando le hablamos a Jehová de nuestras flaquezas?

9 Jehová no escudó a David de las penosas consecuencias de sus pecados, que tendrían que perseguirle por el resto de sus días. Con todo, lo perdonó al ver que tenía “un corazón quebrantado y aplastado” y que estaba realmente arrepentido (léaseSalmo 32:5; Sal. 51:17). El Dios todopoderoso conoce la verdadera actitud y los motivos que llevan a alguien a pecar. En lugar de permitir que jueces humanos condenaran a muerte a los adúlteros según la Ley mosaica, Jehová se compadeció de David y Bat-seba e intervino personalmente (Lev. 20:10). Y hasta hizo que Salomón, un hijo de ambos, fuera el siguiente rey de Israel (1 Crón. 22:9, 10).

10. a) ¿Qué otro factor quizás valoró Jehová para perdonar a David? b) ¿Qué factores impulsan a Jehová a perdonarnos?
10 Otro factor que quizás impulsó a Jehová a perdonar a David fue la misericordia que este le tuvo a Saúl (1 Sam. 24:4-7). Jehová nos trata igual que nosotros tratamos a los demás. Jesús explicó: “Dejen de juzgar, para que no sean juzgados; porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados; y con la medida con que miden, se les medirá” (Mat. 7:1, 2). ¡Cuánto nos alivia saber que Jehová perdona nuestros pecados, incluso si son tan graves como el adulterio o el asesinato! Pero solo lo hará si nosotros estamos dispuestos a perdonar, le confesamos nuestros pecados y demostramos un cambio de actitud. Cuando un pecador se arrepiente de corazón, vienen “tiempos de refrigerio” de parte de Jehová (léase Hechos 3:19).

MANASÉS PECA GRAVEMENTE, PERO SE ARREPIENTE DE CORAZÓN
11. ¿Qué actos detestables a los ojos de Jehová cometió Manasés?
11 Examinemos otro ejemplo bíblico que ilustra el alcance del perdón de Jehová. Unos trescientos sesenta años después de que David comenzó a reinar, Manasés ascendió al trono de Judá. Su reinado de cincuenta y cinco años fue calamitoso por su maldad, y Jehová lo condenó por sus actos detestables. Entre otras cosas, erigió altares a Baal, adoró a “todo el ejército de los cielos”, sacrificó a sus hijos en el fuego y promovió el espiritismo. Desde luego, “hizo en gran escala lo que era malo a los ojos de Jehová” (2 Crón. 33:1-6).

12. ¿Cómo regresó Manasés a Jehová?
12 Con el tiempo, Manasés fue encarcelado en Babilonia, lejos de su tierra natal. Es posible que allí recordara estas palabras de Moisés a Israel: “Cuando estés en grave aprieto y todas estas palabras te hayan descubierto al fin de los días, entonces tendrás que volverte a Jehová tu Dios y escuchar su voz” (Deut. 4:30). Y, en efecto, Manasés regresó a Jehová. ¿Cómo lo hizo? “Siguió humillándose mucho” y “siguió orando” (véase la página 21) (2 Crón. 33:12, 13). No hay constancia de las palabras exactas que Manasés pronunció en aquellas oraciones, pero podemos imaginar que se parecieron a las que David escribió en el Salmo 51. Sea como sea, el caso es que Manasés cambió por completo.

13. ¿Por qué perdonó Jehová a Manasés?
13 ¿Cómo respondió Jehová a las oraciones de Manasés? “Se dejó rogar por él y oyó su petición de favor.” Al igual que David, Manasés reconoció la gravedad de sus pecados y se arrepintió sinceramente. Por eso, Dios lo perdonó y le permitió volver a reinar en Jerusalén. Así, “Manasés llegó a saber que Jehová es el Dios verdadero” (2 Crón. 33:13). ¡Cómo nos reconforta este segundo ejemplo de que nuestro misericordioso Dios perdona a quienes se arrepienten!

¿PERDONA SIEMPRE JEHOVÁ?

14. ¿De qué depende que Jehová perdone?
14 Hoy día, muy pocos siervos de Dios tienen que pedirle perdón por pecados tan graves como los de David y Manasés. Sin embargo, los ejemplos de esos dos reyes nos enseñan que Jehová está dispuesto a perdonar incluso pecados graves, siempre que haya verdadero arrepentimiento.

15. ¿Qué indica que Jehová no lo perdona todo automáticamente?
15 ¿Podemos entonces concluir que Jehová perdona automáticamente los pecados de todos los seres humanos? De ningún modo. Comparemos la actitud de David y Manasés con la que mostró la gente rebelde de Israel y Judá. En el caso de David, Dios se encargó de que Natán le hablara sin tapujos, dándole así la oportunidad de cambiar, y el rey lo agradeció. Y cuando Manasés se encontró en una situación angustiosa, se arrepintió de corazón. Pero, con frecuencia, los habitantes de Israel y Judá se obstinaron en su mal proceder, de modo que Jehová no los perdonó. Más bien, una y otra vez hizo que sus profetas les declararan lo que él pensaba de su mala conducta (léase Nehemías 9:30). De hecho, incluso después de que regresaron de Babilonia a su tierra, les siguió enviando mensajeros fieles, como el sacerdote Esdras y el profeta Malaquías. Cuando el pueblo obedecía su voluntad, todos sentían gran regocijo (Neh. 12:43-47).

16. a) ¿Qué le pasó a la nación de Israel en conjunto por no arrepentirse? b) ¿Qué oportunidad pueden tener a nivel individual los descendientes de los israelitas?
16 Jehová dejó de aceptar los sacrificios animales después que envió a Jesús a la Tierra y este ofreció su vida como un único sacrificio perfecto para rescatar a la humanidad (1 Juan 4:9, 10). Jesús reflejó los sentimientos de su Padre con estas conmovedoras palabras: “Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella..., ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne sus pollitos debajo de sus alas! Pero ustedes no lo quisieron. ¡Miren! Su casa se les deja abandonada a ustedes” (Mat. 23:37, 38). Por consiguiente, aquella nación pecadora e impenitente fue sustituida por el Israel espiritual (Mat. 21:43; Gál. 6:16). Pero ¿y los descendientes del Israel literal? A nivel individual se les invita a recibir el perdón y la misericordia de Jehová ejerciendo fe en él y en el sacrificio de Jesucristo. Esa oportunidad también se extenderá a quienes murieron sin arrepentirse de sus pecados pero resuciten en una Tierra limpia de toda maldad (Juan 5:28, 29; Hech. 24:15).

BENEFÍCIESE DEL PERDÓN DE JEHOVÁ

17, 18. ¿Cómo podemos recibir el perdón de Jehová?
17 ¿Cómo debemos responder a la disposición de Jehová a perdonar? Sin duda tendríamos que imitar a David y Manasés. Hemos de reconocer nuestros pecados, arrepentirnos, suplicarle su perdón y pedirle que nos dé un corazón puro (Sal. 51:10). Si hemos cometido un pecado grave, debemos acudir a los ancianos para que nos ayuden espiritualmente (Sant. 5:14, 15). Y sin importar nuestras circunstancias, es consolador recordar lo que Jehová le dijo a Moisés: que era “un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad, que conserva bondad amorosa para miles, que perdona error y transgresión y pecado”. Y él no ha cambiado (Éx. 34:6, 7).

18 Con una impactante comparación, Jehová prometió a los israelitas arrepentidos que limpiaría por completo la mancha de sus pecados y haría que, aunque fueran “como escarlata”, se volvieran “blancos justamente como la nieve” (léase Isaías 1:18). Entonces, ¿qué significa el perdón de Jehová para nosotros? La eliminación completa de nuestros pecados y ofensas, siempre que demostremos gratitud y arrepentimiento.

19. ¿Qué veremos en el próximo artículo?
19 En vista de que Jehová nos perdona a nosotros, ¿cómo podemos imitarlo al tratar con el prójimo? ¿Qué nos permitirá perdonar a quienes pecan gravemente pero se arrepienten? El próximo artículo nos ayudará a examinar nuestro corazón para parecernos más a nuestro Padre, Jehová, de quien el salmista dijo: “Eres bueno y estás listo para perdonar” (Sal. 86:5).

Cántico 91
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 GRACIAS = C.F

PFC777

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