¿Cuándo fue destruida Jerusalén? Primera parte
¿Por qué es importante saberlo? ¿Qué muestran las pruebas?
Este es el primero de dos artículos que analizarán cuestiones relacionadas con la fecha en que fue destruida la antigua Jerusalén. Esta serie, que aparecerá en dos números consecutivos de La Atalaya, ofrece respuestas bien documentadas y basadas en la Biblia a preguntas que han intrigado a algunos lectores.
“Muchos historiadores y arqueólogos consideran que Jerusalén fue destruida en el año 586 ó 587 a.e.c. [antes de la era común]. Entonces, ¿por qué dicen los testigos de Jehová que ocurrió en el año 607 a.e.c.? ¿Qué pruebas sustentan esa fecha?”
ASÍ se expresó uno de nuestros lectores. Pero ¿por qué debe interesarnos la fecha exacta en que el rey babilonio Nabucodonosor II arrasó Jerusalén? Primero, porque ese acontecimiento marcó un antes y un después en la historia del pueblo de Dios. Un historiador bíblico afirmó que ese suceso encaminó a los judíos a “una catástrofe, la gran catástrofe”. En esa fecha dejó de existir el templo que por más de cuatrocientos años había sido el centro de adoración del Dios Todopoderoso. Un salmista se lamentó así: “Dios mío, [...] han profanado tu Templo santo, han reducido a ruinas Jerusalén” (Salmo 79:1, Biblia de Navarra [BN]).
La segunda razón para interesarnos en qué año exacto comenzó “la gran catástrofe” es que nuestra fe en la Palabra de Dios se verá reforzada. ¿Por qué? Porque nos ayudará a entender que la restauración de la religión verdadera en Jerusalén cumplió una profecía detallada. Así pues, ¿por qué defienden los Testigos una fecha que difiere en unos veinte años de la cronología más aceptada? En pocas palabras, por las pruebas que la misma Biblia aporta.
¿“Setenta años” para quién?
Años antes de la destrucción de Jerusalén, el profeta judío Jeremías dio una pista esencial para entender la cronología bíblica. “A todos los habitantes de Jerusalén” les advirtió: “Este país entero se convertirá en ruina, en espanto. Estas naciones servirán al rey de Babilonia setenta años” (Jeremías 25:1, 2, 11, BN). El profeta añadió más tarde: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Conforme se cumplan setenta años en Babilonia yo dirigiré mi atención a ustedes, y ciertamente estableceré para con ustedes mi buena palabra trayéndolos de vuelta a este lugar’” (Jeremías 29:10). ¿Qué importancia tienen estos “setenta años”? ¿Y cómo nos ayuda este período de tiempo a concretar la fecha de la destrucción de Jerusalén?
Algunas traducciones vierten Jeremías 29:10 de forma diferente, y en vez de hablar de setenta años “en Babilonia”, dicen “para Babilonia” (BN). De ahí que algunos historiadores afirmen que este período de setenta años alude al dominio del Imperio babilónico. Según la cronología extrabíblica, los babilonios dominaron la tierra de la antigua Judá y Jerusalén durante unos setenta años, que van desde alrededor del año 609 a.e.c. hasta el 539 a.e.c., año en que la capital del imperio, Babilonia, fue conquistada.
No obstante, la Biblia indica que esos setenta años serían un castigo de Dios contra la gente de Judá y Jerusalén, un pueblo que se había comprometido a obedecerle (Éxodo 19:3-6). Cuando ellos se negaron a corregir su mala conducta, Dios les avisó: “Envío a buscar [...] a Nabucodonosor, rey de Babilonia, [...] contra este país, contra sus habitantes y contra todas las naciones de su alrededor” (Jeremías 25:4, 5, 8, 9, BN). Es cierto que las naciones vecinas también sufrirían la ira de Babilonia, pero Jeremías llamó a la destrucción de Jerusalén y a los setenta años de exilio que le seguirían “el castigo [...] de mi pueblo”, pues como él mismo señaló, “mucho ha pecado Jerusalén” (Lamentaciones 1:8; 3:42; 4:6, La Santa Biblia, Evaristo Martín Nieto, 1980).
Por tanto, la Biblia muestra que Judá fue castigada con dureza durante setenta años y que Dios utilizó a los babilonios como instrumento de castigo. Con todo, Dios les dijo a los judíos: “Cuando se cumplan setenta años [...], me ocuparé de ustedes [...] trayéndolos de nuevo a este lugar”, es decir, a Judá y Jerusalén (Jeremías 29:10, La Biblia de Nuestro Pueblo [BNP]).
¿Cuándo comenzaron los “setenta años”?
El historiador inspirado Esdras, quien vivió después de que se cumplieran los setenta años que profetizó Jeremías, escribió respecto al rey Nabucodonosor: “Desterró a Babilonia a los supervivientes de la matanza, donde se convirtieron en esclavos suyos y de sus descendientes, hasta la llegada del imperio persa. Así se cumplió la palabra del Señor pronunciada por medio de Jeremías: ‘Hasta que haya recuperado sus descansos sabáticos, el país descansará durante el tiempo de la desolación que durará setenta años’” (2 Crónicas 36:20, 21, La Palabra [LP]).
Esto significa que los setenta años serían un período de “descanso sabático” para la tierra de Judá y Jerusalén. Durante ese tiempo no sería cultivada: ni se plantarían semillas ni se podarían las viñas (Levítico 25:1-5, BN). En vista de la desobediencia del pueblo de Dios, entre cuyos pecados tal vez estuviera no guardar todos los años sabáticos, el castigo consistió en que su tierra no sería cultivada ni habitada por setenta años (Levítico 26:27, 32-35, 42, 43).
¿Cuándo estuvo la tierra de Judá desolada y abandonada? Lo cierto es que los babilonios, cumpliendo órdenes de Nabucodonosor, atacaron Jerusalén dos veces, y entre ambos ataques transcurrieron unos diez años. ¿Cuándo comenzaron los setenta años? No pudo ser tras el primer asedio. ¿Por qué no? Porque aunque en esa ocasión Nabucodonosor se llevó muchos prisioneros a Babilonia, también dejó gente en el país. Además, permitió que Jerusalén quedara en pie. Durante los años que siguieron a la primera deportación, “la clase de condición humilde” que quedó en Judá vivió de lo que producía la tierra (2 Reyes 24:8-17). Pero después, los acontecimientos dieron un giro radical.
A causa de una rebelión de los judíos, los babilonios regresaron a Jerusalén (2 Reyes 24:20; 25:8-10). Esta vez arrasaron la ciudad y su sagrado templo, y llevaron a muchos de sus habitantes al cautiverio en Babilonia. En dos meses, “todos [los que habían quedado] huyeron a Egipto, grandes y pequeños, junto con los oficiales, pues temían a los babilonios” (2 Reyes 25:25, 26, Nueva Versión Internacional). Fue solo entonces, en el séptimo mes judío de tisri (septiembre-octubre) de ese año, cuando la tierra quedó desolada y abandonada y comenzó su descanso sabático.
Mediante el profeta Jeremías, Dios recordó a los refugiados judíos que estaban en Egipto: “Ustedes han visto todas las calamidades que envié sobre Jerusalén y sobre las ciudades de Judá: ahí las tienen hoy, arruinadas y sin habitantes” (Jeremías 44:1, 2, BNP). Así pues, todo apunta a que este suceso marcó el inicio de los setenta años. ¿Y en qué año ocurrió eso? Para responder a esta pregunta, debemos averiguar cuándo concluyeron los setenta años.
¿Cuándo concluyeron los “setenta años”?
El profeta Daniel, quien vivió en Babilonia “hasta la llegada del imperio persa”, calculó cuándo debían concluir los setenta años. “Yo, Daniel —escribió—, estuve investigando en las Escrituras sobre los setenta años que tenía que permanecer Jerusalén en ruinas, según la palabra dirigida por el Señor al profeta Jeremías.” (Daniel 9:1, 2, LP.)
Esdras meditó en las profecías de Jeremías y asoció el final de los “setenta años” con el momento en que “Jehová movió el espíritu de Ciro rey de Persia; y éste hizo pasar pregón por todo su reino” (2 Crónicas 36:21, 22, Versión Moderna). ¿Cuándo fueron liberados los judíos? El pregón que puso fin al exilio se emitió en el primer año de Ciro, el rey de Persia (véase el recuadro “Una fecha histórica aceptada por todos”). Y para el otoño del 537 a.e.c., los judíos habían regresado a Jerusalén a fin de restablecer la adoración verdadera (Esdras 1:1-5; 2:1; 3:1-5).
Así pues, la cronología bíblica indica que los setenta años fueron un período literal que finalizó en el año 537 a.e.c. Y si retrocedemos setenta años en el tiempo, llegamos a la fecha en que comenzó ese período: el año 607 a.e.c.
Ahora bien, si las pruebas que ofrecen las Escrituras inspiradas señalan que Jerusalén fue destruida en el año 607 a.e.c., ¿por qué aseguran muchos expertos que eso ocurrió en el 587 a.e.c.? Ellos se apoyan en dos fuentes de información: las obras de varios historiadores clásicos y el Canon de Tolomeo. ¿Son estas dos fuentes más confiables que las Santas Escrituras? Veamos.
Los historiadores clásicos
Los historiadores de épocas más cercanas a la destrucción de Jerusalén presentan datos distintos sobre los reyes neobabilónicos (véase el recuadro “Reyes neobabilónicos”). La secuencia de acontecimientos que ellos proponen no concuerda con la de la Biblia. Entonces, ¿se puede confiar en sus escritos?
Uno de los historiadores que vivió más cerca de la época neobabilónica fue Beroso, quien era babilonio y “sacerdote de Bel”. Escribió su obra Babyloniaca alrededor del año 281 a.e.c., pero actualmente solo se conservan fragmentos en los escritos de otros historiadores. Beroso afirma que empleó “libros que se habían conservado con gran esmero en Babilonia”.1 ¿Fue Beroso un historiador fidedigno? Examinemos un caso en particular.
Beroso escribió que el rey asirio Senaquerib ascendió al trono después del “reinado de [su] hermano”, y “después de él su hijo [Asarhaddón reinó] ocho años, y luego Sammuges [Šamaš-šum-ukin] veintiún años” (III, 2.1, 4). Sin embargo, documentos históricos babilónicos escritos mucho antes de la época de Beroso indican que Senaquerib sucedió en el trono a su padre, Sargón II, no a su hermano; que Asarhaddón gobernó doce años y no ocho, y que Šamaš-šum-ukin gobernó veinte años, no veintiuno. El historiador Robartus J. van der Spek admitió que Beroso consultó las Crónicas de Babilonia, pero escribió: “Esto no le impidió hacer sus propias añadiduras e interpretaciones”.
¿Qué opinan sobre Beroso otros especialistas? “En el pasado se consideraba que Beroso era un historiador”, declaró Stanley M. Burstein, quien estudió a fondo las obras de Beroso. Y llegó a la siguiente conclusión: “Como historiador, su trabajo sería inaceptable. Incluso en su estado fragmentario actual, la Babyloniaca contiene inexactitudes que sorprenden por su obviedad [...]. Un historiador no puede equivocarse así, pero claro, el objetivo de Beroso no era elaborar un registro histórico”.
Llegados a este punto, ¿qué piensa usted? ¿Deben calificarse los cálculos de Beroso como coherentes y exactos? ¿Y qué hay de otros historiadores antiguos que, en su mayor parte, basaron sus cronologías en los escritos de Beroso? ¿Puede decirse que sus conclusiones son dignas de confianza?
El Canon de Tolomeo
Esta lista de reyes de Claudio Tolomeo, astrónomo del siglo II de nuestra era, también se utiliza para respaldar la fecha tradicional de 587 a.e.c. El Canon está considerado la columna vertebral de la cronología de la historia antigua, que incluye el período neobabilónico.
Tolomeo compiló su lista unos seiscientos años después de finalizar el período neobabilónico. Entonces, ¿cómo determinó la fecha en que el primer rey de su lista comenzó a regir? Tolomeo explicó que empleó cálculos astronómicos —en parte basados en eclipses lunares— “para calcular cuándo comenzó el reinado de Nabonasar”, el primer monarca de su lista.4 Christopher Walker, del Museo Británico, señaló que el Canon de Tolomeo estaba pensado “para facilitar a los astrónomos una cronología coherente”, y no “para dar a los historiadores una crónica exacta del ascenso y muerte de los reyes”.5
El profesor Leo Depuydt, uno de los defensores más entusiastas de Tolomeo, declaró: “Se sabe desde hace mucho que el Canon es astronómicamente fidedigno. [...] Pero eso no implica que lo sea en sentido histórico”. Y añadió: “Respecto a los primeros reyes [entre los que figuran los neobabilónicos], habría que comparar el Canon, reino por reino, con los textos cuneiformes”.
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¿Qué son los “textos cuneiformes” que nos permiten evaluar la exactitud histórica del Canon de Tolomeo? Son documentos escritos por escribas que vivieron durante la época neobabilónica o cerca de ella, como las Crónicas de Babilonia, listas de reyes y tablillas administrativas.7
¿Hay diferencias entre la lista de Tolomeo y los textos cuneiformes? En el recuadro de abajo, titulado “Diferencias entre el Canon de Tolomeo y las tablillas antiguas”, se compara una porción del Canon con un documento cuneiforme. Observe que Tolomeo solo anotó cuatro reyes entre los gobernantes babilónicos Kandalanu y Nabonido. Sin embargo, en el texto cuneiforme que contiene la lista de reyes de Uruk aparecen siete reyes en ese mismo período. ¿Acaso esos reinados fueron breves e insignificantes? Según varias tablillas administrativas cuneiformes, uno de ellos duró siete años.
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Los documentos cuneiformes también indican que antes del reinado de Nabopolasar (el primer rey del período neobabilónico), otro rey (Ashur-etil-ilani) gobernó cuatro años en Babilonia. Además, durante más de un año el país no tuvo ningún rey.9 Ninguno de estos datos figura en el Canon de Tolomeo.
¿Por qué omitió Tolomeo a algunos monarcas? Al parecer, no creía que fueran legítimos gobernantes de Babilonia.10 Por ejemplo, excluyó a Labasi-Marduk, un rey neobabilónico. No obstante, existen documentos cuneiformes que confirman que los reyes omitidos por Tolomeo sí gobernaron Babilonia.
En general, se considera que el Canon de Tolomeo es exacto. Pero, en vista de las omisiones que hace, ¿puede servir de base para una cronología histórica incuestionable?
¿A qué conclusión nos llevan las pruebas?
Hagamos un resumen. La Biblia dice claramente que hubo un exilio que duró setenta años. Hay pruebas sólidas —que la mayoría de los especialistas aceptan— de que los judíos exiliados habían regresado a su patria para el año 537 a.e.c. Si retrocedemos setenta años desde ese momento, hallamos que Jerusalén fue destruida en el año 607 a.e.c. Aunque los historiadores antiguos y el Canon de Tolomeo no concuerdan con esta fecha, lo cierto es que hay dudas razonables sobre la exactitud de sus escritos. Desde luego, la información que aportan estas dos fuentes no basta para cuestionar la cronología bíblica.
Sin embargo, todavía quedan preguntas por responder. ¿Es verdad que no existen pruebas históricas que respalden la fecha que la Biblia señala, es decir, el año 607 a.e.c.? ¿Qué demuestran documentos cuneiformes que se pueden fechar, muchos de los cuales fueron escritos por contemporáneos? Estas cuestiones se analizarán en el próximo número.
[Notas]
Ambos años aparecen en fuentes extrabíblicas. Para simplificar la redacción, en esta serie solo nos referiremos al año 587 a.e.c.
Los testigos de Jehová publican una traducción confiable de la Biblia conocida como la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. Si usted no es testigo de Jehová, quizás prefiera consultar otras traducciones. En este artículo se citan varias versiones que gozan de amplia aceptación.
El Imperio neobabilónico comenzó con el reinado de Nabopolasar, el padre de Nabucodonosor, y terminó con el reinado de Nabonido. A los expertos les interesa este período porque abarca la mayor parte de los setenta años de la desolación de Judá y Jerusalén.
UNA FECHA HISTÓRICA ACEPTADA POR TODOS
Fuentes en que se basan los expertos para calcular que Ciro II conquistó Babilonia en el año 539 a.e.c.:
▪ Antiguos textos históricos y tablillas cuneiformes: Diodoro de Sicilia (c. 80-20 a.e.c.) escribió que Ciro subió al trono de Persia en “el año en que se celebraba la quincuagésima quinta Olimpíada” (Biblioteca Histórica, libro IX, 21). Ese año fue el 560 a.e.c. Según el historiador griego Heródoto (c. 485-425 a.e.c.), Ciro fue asesinado “después de un reinado, en total, de veintinueve años”, lo que implica que murió en el año treinta de su reinado, el 530 a.e.c. (Historia, libro I, Clío, 214). Las tablillas cuneiformes muestran que Ciro dominó la región del imperio babilónico por nueve años antes de fallecer. Si retrocedemos nueve años a partir de su muerte en el 530 a.e.c., llegamos al 539 a.e.c., cuando Ciro conquistó Babilonia.
Tablilla babilónica cuneiforme que confirma un dato clave: Esta tablilla astronómica de arcilla (BM 33066) confirma que Ciro falleció en el 530 a.e.c. Aunque contiene errores en las posiciones de los astros, describe dos eclipses lunares que tuvieron lugar en el séptimo año de Cambises II, hijo y sucesor de Ciro. Ambos eclipses coinciden con los observados en Babilonia el 16 de julio del 523 a.e.c. y el 10 de enero del 522 a.e.c., lo que indica que el séptimo año de Cambises comenzó en la primavera del 523 a.e.c. Eso convertiría al 529 a.e.c. en el primer año de su reinado. Por tanto, el último año de Ciro sería el 530 a.e.c., y el 539 a.e.c. el primero en que gobernó Babilonia.
EN RESUMEN
▪ Muchos historiadores afirman que Jerusalén fue destruida en el año 587 a.e.c.
▪ La cronología bíblica indica de manera inequívoca que la destrucción ocurrió en el año 607 a.e.c.
▪ Las conclusiones de los historiadores modernos se basan sobre todo en escritos de historiadores clásicos y en el Canon de Tolomeo.
▪ Algunos escritos de los historiadores clásicos contienen errores importantes y no siempre coinciden con los datos hallados en tablillas de arcilla.
Notas y referencias bibliográficas
1. Babyloniaca (Chaldaeorum Historiae), libro I, 1.1.
2. Studies in Ancient Near Eastern World View and Society, pág. 295.
3. The Babyloniaca of Berossus, pág. 8.
4. Almagest, III, 7, traducido por G. J. Toomer, en Ptolemy’s Almagest, publicado en 1998, pág. 166. Tolomeo sabía que los babilonios podían calcular matemáticamente eclipses pasados y futuros, pues habían descubierto que cada dieciocho años se repiten eclipses similares (Almagest, IV, 2).
5. Mesopotamia and Iran in the Persian Period, págs. 17, 18.
6. Journal of Cuneiform Studies, tomo 47, 1995, págs. 106, 107.
7. El término cuneiforme se refiere a un sistema de escritura. Un escriba grababa signos sobre una tablilla de arcilla fresca valiéndose de un punzón con la punta en forma de cuña.
8. Sin-shar-ishkun gobernó siete años, y se han fechado 57 tablillas administrativas del período comprendido entre su ascenso al trono y su séptimo año (véase Journal of Cuneiform Studies, tomo 35, 1983, págs. 54-59).
9. La tablilla administrativa C.B.M. 2152 está fechada en el cuarto año de Ashur-etil-ilani (Legal and Commercial Transactions Dated in the Assyrian, Neo-Babylonian and Persian Periods—Chiefly From Nippur, de A.T. Clay, 1908, pág. 74). Además, en las inscripciones de Nabonido descubiertas en la zona de Harrán (H1B, columna I, línea 30), este rey aparece justo antes de Nabopolasar (Anatolian Studies, tomo VIII [1958], págs. 35, 47). Para el período sin reyes, véase Assyrian and Babylonian Chronicles, crónica 2, línea 14, págs. 87, 88.
10. Algunos expertos sostienen que Tolomeo —quien supuestamente solo registró reyes de Babilonia— omitió ciertos monarcas porque ostentaban el título de rey de Asiria. Pero como muestra el recuadro de la página 30, algunos gobernantes del Canon de Tolomeo también aparecen con ese título. Diversas tablillas administrativas, cartas cuneiformes e inscripciones prueban que Ashur-etil-ilani, Sin-shumu-lishir y Sin-shar-ishkun reinaron en Babilonia.
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
REYES NEOBABILÓNICOS
Si estos historiadores son confiables, ¿por qué no coinciden en algunos datos?
BEROSO POLIHISTOR JOSEFO TOLOMEO
c. 350-270 105-? 37-?100 c. 100-170
a.e.c. a.e.c. e.c. e.c.
Reyes
Nabopolasar 21 20 — 21
Nabucodonosor II 43 43 43 43
Awēl-Marduk 2 12 18 2
Neriglissar 4 4 40 4
Labasi-Marduk 9 meses — 9 meses —
Nabonido 17 17 17 17
Duración de los reinados (en años) según los historiadores clásicos
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
DIFERENCIAS ENTRE EL CANON DE TOLOMEO Y LAS TABLILLAS ANTIGUAS
¿Por qué omite Tolomeo algunos reyes en su lista?
CANON DE TOLOMEO
Nabonasar
Nabu-nadin-zeri (Nadinu)
Nabu-mukin-zeri y Pulu
Ululai (Salmanasar V),
rey de Asiria
Merodac-baladán
Sargón II, rey de Asiria
Primer período sin reyes
Belibos (Bēl Ibni)
Assur-nadin-shumi
Nergal-uzhezib
Mushezib-Marduk
Segundo período sin reyes LISTA DE LOS REYES
Asarhaddón, rey de Asiria DE URUK HALLADA
Šamaš-šum-ukin EN TABLILLAS ANTIGUAS
Kandalanu Kandalanu
Sin-shumu-lishir
Sin-shar-ishkun
Nabopolasar Nabopolasar
Nabucodonosor Nabucodonosor
Awēl-Marduk Awēl-Marduk
Neriglissar Neriglissar
Labasi-Marduk
Nabonido Nabonido
Ciro
Cambises
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¿Cuándo fue destruida Jerusalén? Segunda parte
¿Qué muestran las tablillas de arcilla?
Este es el segundo de dos artículos que analizan cuestiones relacionadas con la fecha de la primera destrucción de la antigua Jerusalén. Esta serie, que aparece en dos números consecutivos de La Atalaya, ofrece respuestas bien documentadas y basadas en la Biblia a preguntas que han intrigado a algunos lectores.
Resumen de la primera parte:
▪ Muchos historiadores afirman que Jerusalén fue destruida en el año 587 a.e.c.
▪ La cronología bíblica indica que la destrucción ocurrió en el año 607 a.e.c.
▪ Las conclusiones de los historiadores modernos se basan en escritos de historiadores clásicos y en el Canon de Tolomeo.
▪ Algunos escritos de los historiadores clásicos contienen errores importantes y no siempre coinciden con los datos hallados en tablillas de arcilla.
LA Biblia dice que “para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías”, los judíos cautivos estarían exiliados en Babilonia “hasta cumplirse setenta años”. ¿Cuándo fueron liberados? En el “primer año [de reinado] de Ciro, rey de Persia” (2 Crónicas 36:21, 22, Nueva Traducción Viviente). La historia bíblica y la extrabíblica concuerdan en que el exilio en Babilonia finalizó después de que Ciro conquistara la ciudad y liberara a los judíos, quienes regresaron a Jerusalén en el año 537 a.e.c. Puesto que la Biblia especifica que el exilio duró setenta años, tuvo que comenzar en el año 607 a.e.c.
Sin embargo, la mayoría de los investigadores fechan la destrucción de Jerusalén en el año 587 a.e.c. Si así fuera, el exilio solo habría durado cincuenta años. ¿Cómo han llegado a esa fecha? Fundamentan sus cálculos en antiguos documentos cuneiformes que arrojan luz sobre Nabucodonosor II y sus sucesores.1 Muchos de estos documentos fueron escritos durante la época en que Jerusalén fue destruida o cerca de ella. Pero ¿son fiables los cálculos que señalan al año 587 a.e.c.? ¿Qué demuestran realmente esos documentos antiguos?
Para responder a estas preguntas, examinemos tres tipos de documentos en los que suelen apoyarse los investigadores: 1) las Crónicas de Babilonia, 2) tablillas administrativas y 3) tablillas astronómicas.
● Las Crónicas de Babilonia.
¿Qué son? Una colección de tablillas que registran acontecimientos sobresalientes de la historia babilónica.2
¿Qué dicen los expertos? Ronald H. Sack, una eminencia en documentos cuneiformes, declaró que las Crónicas brindan un registro incompleto de acontecimientos importantes. Además, escribió que los historiadores deben investigar “otras fuentes [...] para determinar lo que de verdad sucedió”.
¿Qué muestran las tablillas? Que los datos históricos de las Crónicas de Babilonia son muy incompletos (véase el recuadro abajo).3 Así pues, es lógico preguntarse cuánta confianza merecen las conclusiones basadas en un registro incompleto.
● Tablillas administrativas.
¿Qué son? La mayoría de las pertenecientes al período neobabilónico son recibos legales. En ellas constaba el día, el mes y el año del monarca reinante. Por ejemplo, una tablilla corresponde a una transacción realizada “el día 27 de nisán del undécimo año del rey Nabucodonosor [también llamado Nabucodonosor II], rey de Babilonia”.4
Cuando un rey fallecía o era destronado y otro ocupaba su lugar, los restantes meses de ese año se consideraban el año de ascenso del nuevo gobernante.5 Es decir, la transición de un rey a otro transcurría durante el mismo año del calendario babilónico. Por consiguiente, lo correcto es fechar las tablillas del año de ascenso del nuevo rey en los meses posteriores al último mes del rey anterior.
¿Qué dicen los expertos? Ronald H. Sack examinó numerosas tablillas administrativas del período neobabilónico y tuvo acceso a varios textos del Museo Británico que no habían sido puestos a disposición del público. En 1972 escribió que estos nuevos datos “alteraron por completo” las conclusiones previas sobre la transición entre Nabucodonosor II y su hijo Awēl-Marduk (también llamado Evil-merodac).6 ¿Por qué dijo eso? Él sabía por ciertas tablillas que Nabucodonosor II aún reinaba en el sexto mes de su último año (el año 43). Pero las tablillas recién descifradas del año de ascenso del siguiente rey, Awēl-Marduk, fueron fechadas en el cuarto y quinto mes de, supuestamente, el mismo año.
7 A todas luces, había una discrepancia.
¿Qué muestran las tablillas? Hay más discrepancias en las transiciones entre monarcas. Por ejemplo, un documento revela que Nabucodonosor II todavía era rey en el décimo mes de su último año, o sea, unos seis meses después de la supuesta fecha en que su sucesor comenzó a reinar.8 Existe una discrepancia similar en la transición entre Awēl-Marduk y su sucesor, Neriglissar.
9
¿Por qué son importantes estas diferencias? Como ya se mencionó, las lagunas que se observan en las Crónicas de Babilonia apuntan a que no disponemos de un registro cronológico continuo.10 ¿Habrán ocupado el trono otros reyes entre los reinados de dichos monarcas? En tal caso, tendrían que sumarse más años al período neobabilónico. Por tanto, ni las Crónicas de Babilonia ni las tablillas administrativas bastan para asegurar que Jerusalén fue destruida en el 587 a.e.c.
● Tablillas astronómicas.
¿Qué son? Tablillas cuneiformes que describen posiciones del Sol, la Luna, los planetas y las estrellas, y que asocian esas posiciones a datos históricos, como el año de reinado de un monarca en particular. Por ejemplo, en el diario astronómico que aparece abajo se registró un eclipse lunar observado el primer mes del primer año del reinado de Nabu-mukin-zeri.
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¿Qué dicen los expertos? Coinciden en que los babilonios crearon tablas y listas detalladas para predecir cuándo sería más probable observar eclipses.12
Pero ¿podían los babilonios determinar la fecha de eclipses pasados? El historiador John M. Steele declaró: “Es posible que algunas de las supuestas predicciones de los primeros eclipses se hicieran cuando se elaboró el texto, aplicando los cálculos de sus tablas hacia atrás en el tiempo” (cursivas nuestras).13 El profesor David Brown, quien piensa que los mapas astronómicos contenían predicciones realizadas poco antes de los sucesos registrados, reconoce que algunas de estas anotaciones quizás fueran el resultado de “retrocálculos que hicieron escribas del siglo IV a.e.c. y de siglos posteriores”.
14 A menos que otras pruebas los respalden, ¿podría afirmarse que estos cálculos hechos hacia atrás son del todo fiables?
Suponiendo que sea cierto que hubo un eclipse en una fecha en particular, ¿garantiza eso que la información histórica que el escriba asoció a esa fecha sea exacta? No necesariamente. El historiador Robartus J. van der Spek puntualiza: “Los compiladores eran astrólogos, no historiadores”. En su opinión, las secciones de las tablillas que contienen registros históricos “no son tan rigurosas” y advierte que esos datos deben “manejarse con cautela”.
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¿Qué muestran las tablillas? Veamos el caso de la tablilla VAT 4956. En su primera línea dice: “Año 37 de Nabucodonosor, rey de Babilonia”.16 A partir de esa línea contiene descripciones detalladas de la posición de la Luna y los planetas respecto a diversas estrellas y constelaciones, así como un eclipse lunar. Según los especialistas, esa era la posición de los astros en 568-567 a.e.c., lo que implicaría que el año dieciocho de Nabucodonosor II, cuando destruyó Jerusalén, fue el 587 a.e.c. Ahora bien, ¿apuntan estas referencias astronómicas de forma irrebatible y exclusiva al año babilónico que corresponde a 568-567 a.e.c.?
El eclipse lunar que menciona la tablilla tuvo lugar, según cálculos babilónicos, el día 15 de siranu, el tercer mes babilónico. Es un hecho probado que en ese mes —el día 4 de julio del 568 a.e.c. según el calendario juliano— ocurrió un eclipse lunar. No obstante, también se observó un eclipse veinte años antes: el 15 de julio del 588 a.e.c.17
Si el 588 a.e.c. correspondiera al año treinta y siete de Nabucodonosor II, entonces su año dieciocho sería el 607 a.e.c.: justo el año en que, según la cronología bíblica, Jerusalén fue destruida (véase la línea cronológica abajo). Pero ¿ofrece VAT 4956 más pruebas que señalen al año 607 a.e.c.?
Además de los eclipses ya mencionados, en la tablilla hay trece observaciones lunares y quince planetarias que detallan la posición de la Luna y de los planetas en relación con ciertas estrellas o constelaciones.18 También hay ocho intervalos de tiempo entre la salida y la puesta del Sol y de la Luna.18a
Debido a que las posiciones lunares son más confiables, los investigadores han estudiado cuidadosamente las trece posiciones lunares registradas en VAT 4956. Analizaron los datos valiéndose de un programa informático diseñado para conocer la ubicación de los cuerpos celestes en una fecha específica del pasado.19 ¿Qué reveló este análisis? Que de las trece observaciones lunares, no todas coinciden con las posiciones de la Luna en el año 568-567 a.e.c., pero todas sí coinciden con las del año 588-587 a.e.c., veinte años antes.
Aquí al lado aparece una cara de la tablilla VAT 4956. Se resalta uno de los casos en que las observaciones lunares se ajustan mejor al año 588 a.e.c. que al 568 a.e.c. La tercera línea dice que en la “noche del día 9 [de nisanu]”, la Luna estaba en cierta posición. Sin embargo, los investigadores que fecharon por primera vez esa posición en el año 568 a.e.c. (el año astronómico -567) reconocieron que en ese año la Luna estaba en esa posición el “día 8 de nisanu, y no el 9”. Para justificar haber fechado la tablilla en el 568 a.e.c., alegaron que, por error, el escriba había anotado 9 en vez de 8.20 Pero la posición lunar anotada en la tercera línea coincide a la perfección con el 9 de nisanu del 588 a.e.c.21
Está claro que muchos de los datos astronómicos de VAT 4956 confirman que el año 588 a.e.c. fue el año treinta y siete de Nabucodonosor II. Por tanto, estos datos respaldan que en el año 607 a.e.c. tuvo lugar la destrucción de Jerusalén, tal y como señala la Biblia.
¿Por qué confiar en la Biblia?
En la actualidad, la mayoría de los historiadores sostienen que Jerusalén fue destruida en el año 587 a.e.c. Por otro lado, los escritores bíblicos Jeremías y Daniel afirman con claridad que los judíos estuvieron exiliados setenta años, y no cincuenta (Jeremías 25:1, 2, 11; 29:10; Daniel 9:2). Sus afirmaciones permiten concluir que Jerusalén fue destruida en el año 607 a.e.c. Y como se desprende de las pruebas ya examinadas, esa conclusión cuenta con cierto apoyo extrabíblico.
Vez tras vez, los expertos han puesto en duda la exactitud de la Biblia. Pero cuando se descubren nuevas pruebas, se vuelve a confirmar la veracidad de este libro. Quienes confían en la Biblia tienen buenas razones para hacerlo, pues han visto pruebas de su fiabilidad en sentido histórico, científico y profético. Esas pruebas los impulsan a creer lo que la Biblia misma asegura ser: la Palabra inspirada de Dios (2 Timoteo 3:16). Si usted mismo decide investigar estas pruebas, es muy posible que llegue a la misma conclusión.
[Notas]
Hay varias formas de expresar las fechas. Aquí utilizamos la abreviatura a.e.c. (antes de la era común) para las fechas anteriores a nuestra era.
Consulte el artículo “¿Cuándo fue destruida Jerusalén? ¿Por qué es importante saberlo? ¿Qué muestran las pruebas?”, publicado en La Atalaya del 1 de octubre de 2011.
Nota: Ninguno de los expertos citados en este artículo sostiene que Jerusalén fue destruida en el año 607 a.e.c.
Los “años de reinado” de los reyes de Babilonia comenzaban y terminaban en el mes de nisanu. Si un rey fallecía antes de terminar su último año de reinado, su sucesor gobernaba el resto de ese año, el cual se consideraba su “año de ascenso” al trono. No obstante, el primer año de reinado del nuevo monarca se contaba a partir del siguiente mes de nisanu.
Hay tablillas administrativas para todos los años que suelen atribuirse a los reyes neobabilónicos. Sumando los años en que esos reyes gobernaron y contando hacia atrás a partir del último rey neobabilónico, Nabonido, la fecha de la destrucción de Jerusalén resulta ser el 587 a.e.c., esto es, el año dieciocho del reinado de Nabucodonosor II. Pero este método de fechar solo funciona si cada rey de la lista relevó a su predecesor inmediatamente, sin nadie que gobernara entre ellos.
Hallará más ejemplos en los capítulos 4 y 5 del libro La Biblia... ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?, editado por los testigos de Jehová.
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
LAS CRÓNICAS DE BABILONIA: HISTORIA CON LAGUNAS
Las Crónicas de Babilonia relatan lo ocurrido en solo treinta y cinco de los aproximadamente ochenta y ocho años que suelen atribuirse al período neobabilónico.
□AÑO NO INCLUIDO EN LAS CRÓNICAS
▪AÑO INCLUIDO EN LAS CRÓNICAS
BM 21901 BM 21946 BM 35382
↓ ↓ ↓ ↓
PERÍODO NEOBABILÓNICO PERSA
Nabopolasar Nabucodonosor II Awēl-Marduk Nabonido
Neriglissar Labasi-Marduk
↑ ↑ ↑
EL DIARIO ASTRONÓMICO BM 32238
Los eclipses lunares registrados en esta tablilla se anotaron tras producirse el último de ellos, unos cuatrocientos años después del primero. Puesto que el escriba no fue testigo de todos esos acontecimientos, quizás empleó cálculos matemáticos para determinar cuándo se observaron los más antiguos. A menos que otras pruebas respalden sus conclusiones, puede que esos cálculos no sean una fuente confiable de información cronológica.
¿QUÉ DICE REALMENTE LA TABLILLA VAT 4956?
¿Cuál es el debate? Según la tercera línea de esta cara de la tablilla, en la “noche del día 9” del primer mes (nisanu/nisán), la “Luna estaba un codo por delante de [la estrella] ß-Virginis”. Sin embargo, Paul V. Neugebauer y Ernst F. Weidner escribieron en 1915 que en el año 568 a.e.c. (año que indicaría que la destrucción de Jerusalén ocurrió en el 587 a.e.c.) “la Luna estaba situada un codo por delante de esta estrella el día 8 de nisán, y no el 9 de nisán” (cursivas nuestras). Ahora bien, la descripción de la tablilla coincide a la perfección con la posición lunar del 9 de nisán del 588 a.e.c., el año que apunta al 607 a.e.c.
¿Debe ser el día 8 o el 9?
1. El signo acadio que se aprecia en la sección ampliada corresponde al número 9.
2. En su transliteración del texto cuneiforme, Neugebauer y Weidner cambiaron el 9 por un 8.
3. Solo en la nota a pie de página indicaron que había un 9 en el texto original.
4. Hasta en su traducción al alemán escribieron un 8.
5. En 1988, Abraham J. Sachs y Hermann Hunger publicaron el texto tal como se lee en la tablilla: con un 9.
6. Aun así, conservaron la alteración al traducirlo al inglés y calificaron el 9 de “error al transcribir el 8”
Notas y referencias bibliográficas del artículo
“¿Cuándo fue destruida Jerusalén? Segunda parte”
1. El término cuneiforme se refiere a un sistema de escritura con caracteres en forma de cuña. Un escriba grababa signos sobre una tablilla de arcilla fresca valiéndose de un punzón con la punta en forma de cuña.
2. Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. K. Grayson, publicado en 1975, reimpresión de 2000, pág. 8.
3. El período neobabilónico comenzó durante el siglo VII a.e.c., cuando la dinastía caldea regía el Imperio babilónico. El primer rey fue Nabopolasar, padre de Nabucodonosor II. El período finalizó cuando el último rey, Nabonido, fue derrocado por Ciro el persa en el 539 a.e.c.
4. Neo-Babylonian Business and Administrative Documents, de Ellen Whitley Moore, publicado en 1935, pág. 33.
5. Archimedes, Volume 4, New Studies in the History and Philosophy of Science and Technology, “Observations and Predictions of Eclipse Times by Early Astronomers”, de John M. Steele, publicado en 2000, pág. 36.
6. Amel-Marduk 562-560 B.C.—A Study Based on Cuneiform, Old Testament, Greek, Latin and Rabbinical Sources. With Plates, de Ronald H. Sack, publicado en 1972, pág. 3.
7. Las tablillas BM 80920 y BM 58872 datan del cuarto y quinto mes del año de ascenso de Awēl-Marduk. Fueron publicadas en Amel-Marduk 562-560 B.C.—A Study Based on Cuneiform, Old Testament, Greek, Latin and Rabbinical Sources. With Plates, de Ronald H. Sack, págs. 3, 90, 106.
8. La tablilla BM 55806 del Museo Británico data del décimo mes del año 43.
9. Las tablillas BM 75106 y BM 61325 son del séptimo y décimo mes del que se considera el segundo y último año del reinado de Awēl-Marduk. Pero la tablilla BM 75489 data del segundo mes del año de ascenso de Neriglissar, su sucesor (Catalogue of the Babylonian Tablets in the British Museum, vol. VIII, “Tablets From Sippar 3”, de Erle Leichty, J. J. Finkelstein y C. B. F. Walker, publicado en 1988, págs. 25, 35).
Catalogue of the Babylonian Tablets in the British Museum, vol. VII, “Tablets From Sippar 2”, de Erle Leichty y A. K. Grayson, publicado en 1987, pág. 36.
Neriglissar—King of Babylon, de Ronald H. Sack, publicado en 1994, pág. 232. El mes que aparece en la tablilla es airu (el segundo mes).
10. Examine el caso de Neriglissar. En una inscripción de la casa real se declara que era “el hijo de Bêl-shum-ishkun”, quien era el “rey de Babilonia” (cursivas nuestras). En otra inscripción se llama a Bêl-shum-ishkun el “príncipe sabio”. La palabra original que se traduce “príncipe” es rubû, título que también significa “rey, gobernante”. Puesto que hay una discrepancia obvia en las fechas en que reinaron Neriglissar y su supuesto predecesor, Awēl-Marduk, ¿pudiera ser que Bêl-shum-ishkun hubiera sido “rey de Babilonia” por algún tiempo entre ambos monarcas? El profesor Raymond P. Dougherty reconoció que “no se pueden descartar los indicios del linaje noble de Neriglissar” (Nabonidus and Belshazzar—A Study of the Closing Events of the Neo-Babylonian Empire, de Raymond P. Dougherty, publicado en 1929, pág. 61).
11. Astronomical Diaries and Related Texts From Babylonia, vol. V, editado por Hermann Hunger, publicado en 2001, págs. 2, 3.
12. Journal of Cuneiform Studies, vol. 2, núm. 4, 1948, “A Classification of the Babylonian Astronomical Tablets of the Seleucid Period”, de Abraham J. Sachs, págs. 282, 283.
13. Astronomical Diaries and Related Texts From Babylonia, vol. V, pág. 391.
14. Mesopotamian Planetary Astronomy -Astrology, de David Brown, publicado en 2000, págs. 164, 201, 202.
15. Bibliotheca Orientalis, L N° 1/2, Januari-Maart, 1993, “The Astronomical Diaries as a Source for Achaemenid and Seleucid History”, de Robartus J. van der Spek, págs. 94, 102.
16. Astronomical Diaries and Related Texts From Babylonia, vol. I, de Abraham J. Sachs, completado y editado por Hermann Hunger, publicado en 1988, pág. 47.
17. Babylonian Eclipse Observations From 750 BC to 1 BC, de Peter J. Huber y Salvo De Meis, publicado en 2004, pág. 186. Según la tablilla VAT 4956, este eclipse se observó el día 15 del tercer mes babilónico, lo que da a entender que el mes de siranu comenzó quince días antes. Si el eclipse fue visto el 15 de julio del 588 a.e.c. conforme al calendario juliano, el primer día de siranu sería el 30 de junio-1 de julio del 588 a.e.c. Así pues, el primer mes babilónico (nisanu) habría iniciado el nuevo año dos meses antes: el 2-3 de mayo. Aunque lo habitual habría sido que el año de ese eclipse hubiera comenzado el 3-4 de abril, VAT 4956 declara en la sexta línea que se añadió un mes adicional (intercalar) después del duodécimo y último mes (addaru) del año anterior. La tablilla dice: “Día 8 del mes XII2 [decimotercero]”. Por tanto, el nuevo año no comenzó hasta el 2-3 de mayo. Así que la fecha del eclipse del 588 a.e.c. armoniza con los datos de esta tablilla.
18. En un artículo de Paul V. Neugebauer y Ernst F. Weidner (“Ein astronomischer Beobachtungstext aus dem 37. Jahre Nebukadnezars II”) citado en una obra especializada (Berichte über die Verhandlungen der Königl. Sächsischen Gesellschaft der Wissenschaften zu Leipzig; vol. 67; 1 de mayo de 1915), se indica que hay trece observaciones lunares en las que se describe la posición de la Luna con respecto a cierta estrella o constelación (págs. 67-76). También hay una lista con quince observaciones planetarias (págs. 72-76). Aunque el signo cuneiforme para Luna es claro e inconfundible, algunos de los signos para los nombres de los planetas y sus posiciones son confusos (Mesopotamian Planetary Astronomy—Astrology, de David Brown, publicado en 2000, págs. 53-57). Por eso, las observaciones planetarias están sujetas a especulación y a diferentes interpretaciones. Como es fácil averiguar la trayectoria lunar, las posiciones de los demás astros que VAT 4956 conecta con la Luna pueden identificarse y fecharse con un grado razonable de certeza.
18a. Estos intervalos (“tríos lunares”) corresponden al tiempo que transcurre, por ejemplo, entre la puesta del Sol y la puesta de la Luna del primer día del mes y de otros dos períodos posteriores del mismo mes. Los investigadores han relacionado estas mediciones de tiempo con fechas de calendario (“The Earliest Datable Observation of the Aurora Borealis”, de F. R. Stephenson y David M. Willis, incluido en Under One Sky—Astronomy and Mathematics in the Ancient Near East, editado por John M. Steele y Annette Imhausen, publicado en 2002, págs. 420-428). Los antiguos observadores empleaban algún tipo de reloj para medir este período, pero esas mediciones no eran confiables (Archimedes, Volume 4, New Studies in the History and Philosophy of Science and Technology, “Observations and Predictions of Eclipse Times by Early Astronomers”, de John M. Steele, publicado en 2000, págs. 65, 66). Sin embargo, lograron calcular con mayor acierto la posición de la Luna respecto a otros astros.
19. Se utilizó un programa informático de astronomía llamado TheSky6™. Además, el análisis se amplió con el programa gratuito Cartes du Ciel/Sky Charts (CDC) y un convertidor de fechas facilitado por el U.S. Naval Observatory. Como los signos cuneiformes de muchas posiciones planetarias se prestan a la especulación y a diversas interpretaciones, dichas posiciones no se tuvieron en cuenta para fijar el año al que apunta este diario astronómico.
20. Berichte über die Verhandlungen der Königl. Sächsischen Gesellschaft der Wissenschaften zu Leipzig; vol. 67; 1 de mayo de 1915; “Ein astronomischer Beobachtungstext aus dem 37. Jahre Nebukadnezars II, (-567/66)”, de Paul V. Neugebauer y Ernst F. Weidner, pág. 41.
21. La tablilla VAT 4956 dice en la tercera línea: “La Luna estaba un codo [dos grados] por delante de ß- Virginis”. El análisis ya mencionado concluyó que el 9 de nisanu, la Luna estaba 2°04ʹ por delante y 0° por debajo de la estrella ß-Virginis. En opinión de los investigadores, VAT 4956 y el resultado del análisis coinciden perfectamente.
BASÁNDONOS EN LA TABLILLA VAT 4956,
¿EN QUÉ AÑO FUE DESTRUIDA JERUSALÉN?
¿EN EL 587 a.e.c., O EN EL 607 a.e.c.?
▪ Esta tablilla contiene acontecimientos astronómicos que ocurrieron en el año treinta y siete del reinado de Nabucodonosor II.
▪ Nabucodonosor II destruyó Jerusalén en el año dieciocho de su reinado (Jeremías 32:1).
Si el año treinta y siete
de Nabucodonosor II fue
el 568 a.e.c., Jerusalén
debió ser destruida
587 ← ← en el 587 a.e.c.
610 a.e.c. 600 590 580 570 560
607 ← ← Si su año treinta y siete fue el 588 a.e.c.,
Jerusalén debió ser destruida en el
607 a.e.c., la fecha que coincide con la
cronología bíblica.
▪ VAT 4956 apunta de forma más convincente al 607 a.e.c.
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"EN RESUMEN"
¿Cuándo desoló Babilonia a Jerusalén?
LOS historiadores seglares por lo general dan el año 586 a. de la E.C. como la fecha correcta para la desolación de Jerusalén. ¿Por qué es, entonces, que los testigos cristianos de Jehová dicen que ese suceso ocurrió en 607 a. de la E.C.? Se debe a confiar en lo que la Biblia dice en cuanto a la duración del tiempo que Jerusalén yació desolada.
Las Escrituras asignan un período de setenta años a la desolación de Judá y Jerusalén. Después de describir la conquista de Jerusalén por los babilonios, 2 Crónicas 36:21 informa: “Todos los días de yacer desolada guardó sábado, para cumplir setenta años.” Por medio del profeta Jeremías, Jehová había declarado: “Toda esta tierra tiene que llegar a ser un lugar devastado, un objeto de pasmo, y estas naciones tendrán que servir al rey de Babilonia setenta años.”—Jer. 25:11.
¿Fue éste verdaderamente un período de setenta años literales? Sí, esa es la manera en que el profeta Daniel lo entendió, pues cerca del término del período de desolación de Jerusalén, dijo: “Yo mismo, Daniel, discerní por los libros el número de los años acerca de los cuales la palabra de Jehová le había ocurrido a Jeremías el profeta, para cumplir las devastaciones de Jerusalén, a saber, setenta años.” (Dan. 9:2) Note que aquí Daniel dice que “el número de los años” de la devastación fueron setenta. Con seguridad él no podría haber dicho eso si los setenta años hubieran sido simbólicos o un número redondo exagerado.
El libro de Zacarías suministra evidencia adicional. Leemos: “Cuando ustedes ayunaron y hubo plañido en el quinto mes y en el séptimo mes, y esto por setenta años, ¿ayunaron ustedes realmente para mí, aun para mí?” (Zac. 7:5; 1:12) La construcción de esta pregunta, con referencia a meses específicos, ciertamente indica que un período de setenta años literales estaba envuelto.
Que los judíos en tiempos antiguos entendieron que los setenta años eran literales y que abarcaron la total devastación de la tierra se hace patente en las obras de Josefo, un historiador judío. En sus Antigüedades judaicas, Libro X, cap. 9, párr. 7, él cuenta que “toda Judea y Jerusalén, y el templo, continuaron siendo un desierto por setenta años.”
Cuando los israelitas pudieron volver a Judá y Jerusalén, esa desolación terminó. Hay acuerdo general de que Babilonia cayó ante Ciro el 5/6 de octubre de 539 a. de la E.C. Las indicaciones del registro de las Escrituras en 2 Crónicas 36:21-23 y Esdras 3:1-3, que cuentan acerca del decreto de Ciro que puso en libertad a los judíos y el regreso de ellos a su patria, señalan que los judíos llegaron a su tierra alrededor de la primera parte de octubre de 537 a. de la E.C., lo cual puso fin a la desolación de setenta años. Por lo tanto, Jerusalén, tiene que haber sido destruida setenta años antes, es decir en 607 a. de la E.C.
Por lo tanto los varios intentos de armonizar la fecha 586 a. de la E.C. con lo que dice la Biblia, no son satisfactorios. Ninguno de esos intentos encaja con el testimonio de la Biblia de que Jerusalén y Judá yacieron desoladas por setenta años.
La fecha de 586 a. de la E.C. se basa principalmente en lo que se conoce como el “Canon de Ptolomeo,” el cual asigna un total de 87 años a la dinastía babilónica que comenzó con Nabopolasar y terminó con Nabonido en la caída de Babilonia en 539 a. de la E.C. Según este canon, los cinco reyes que gobernaron durante este período fueron Nabopolasar (21 años), Nabucodonosor (43 años), Evil-merodac (2 años), Neriglisar (4 años) y Nabonido (17 años). En conformidad con el número de años que se le asigna a cada gobernante, la desolación de Jerusalén en el año décimo octavo de Nabucodonosor (décimo noveno si se cuenta a partir de su “año de ascensión”) caería en 586 a. de la E.C.—2 Rey. 25:8; Jer. 52:29.
Pero, ¿cuán digno de confianza es el canon de Ptolomeo? En su libro The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings, el profesor E. R. Thiele escribe:
“El canon de Ptolomeo se prepara principalmente con propósitos astronómicos, no históricos. No daba a entender que presentaba una lista completa de todos los gobernantes ya sea de Babilonia o de Persia, ni el mes o día exacto del principio de sus reinados, sino que era un recurso que hacía posible colocar correctamente en un extenso arreglo cronológico ciertos datos astronómicos que entonces estaban disponibles. Los reyes cuyos reinados duraron menos de un año y que no abarcaron el día de Año Nuevo, no fueron mencionados.” (Las bastardillas son nuestras.)
Por lo tanto, el mismo propósito del canon imposibilita el suministrar una fecha absoluta por medio de él. No hay manera de estar seguro de que Ptolomeo estaba en lo correcto al asignar cierto número de años a varios reyes. Por ejemplo, mientras Ptolomeo le acredita a Evil-merodac solo dos años de gobierno, Polyhistor le asigna doce años. Además, no es posible estar seguro de que hayan reinado solo cinco reyes durante este período. Por ejemplo, en Borsipa se encontró varios nombres de reyes babilonios que no aparecen en ninguna otra parte.
Sin embargo, alguien quizás pregunte, ¿no existe una antigua tablilla astronómica, “VAT 4956,” que ubica el año treinta y siete del reinado de Nabucodonosor exactamente en el mismo año que lo hace el canon de Ptolomeo?
No debe pasarse por alto que la fuente de evidencia para corroborarlo debe tener las señales características de confiabilidad. ¿Puede decirse esto acerca de la “VAT 4956”? No en realidad. El texto no es un original y contiene numerosos espacios en blanco. Actualmente ni siquiera se entienden algunos de los términos que se encuentran en él. En el texto aparece dos veces el apunte hi-bi (que significa, “roto, borroso”). De esta manera el escriba reconoció que estaba trabajando con una copia defectuosa.
Aun si, a pesar de estos problemas, la información astronómica presentara un cuadro veraz del original, esto no establecería la veracidad de la información histórica. De la misma manera en que Ptolomeo usó los reinados de antiguos reyes (según él los conocía) simplemente como un marco en el cual colocar la información astronómica, así también, el copista de la “VAT 4956” pudo, en conformidad con la cronología que se aceptaba en su tiempo, insertar el ‘año treinta y siete de Nabucodonosor.’ Según lo reconocen los eruditos alemanes Neugebauer y Weidner (los traductores del texto), el escriba evidentemente cambió palabras para adaptarlas a la terminología abreviada en uso en su día. Pero fue tanto inconsistente como inexacto. De la misma manera fácilmente pudo haber insertado otra información que se adaptara a sus propósitos. De ahí que tanto el canon de Ptolomeo como la “VAT 4956” quizás se hayan derivado de la misma fuente básica. Ambos pueden compartir errores mutuos.
En oposición al canon de Ptolomeo y a la “VAT 4956” se yerguen los testimonios unánimes de Jeremías, Zacarías, Daniel y el escritor de 2 Crónicas, de que Judá y Jerusalén yacieron desoladas por setenta años. Miles de antiguos manuscritos de estos escritos contienen el mismo testimonio. Por lo tanto, debido a los problemas inherentes al canon de Ptolomeo y a la “VAT 4956,” se requiere más fe para aceptar a éstos, que para aceptar el testimonio de la Biblia, el cual ubica a la desolación de Jerusalén por los babilonios en 607 a. de la E.C.
[Nota]
Para detalles adicionales, vea el libro Aid to Bible Understanding, págs. 327, 331, 348, y La Atalaya de 1969, págs. 408-412.
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PFC777
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