• Estudio Bíblico de Congregación
Cántico 70
"ASEGÚRATE DE LOMAS IMPORTANTE"
(jr cap. 5 párrs. 1-6 y rec. p (30 minutos)
Capítulo 5
¿A quiénes escogemos como amigos?
¿QUÉ haríamos si nuestros colegas, vecinos o compañeros de clase nos invitaran a una fiesta de Navidad? ¿O si el patrón nos pidiera mentir o hacer algo ilícito? ¿O si las autoridades nos ordenaran realizar actividades que violaran nuestra postura neutral? Probablemente, la conciencia no nos dejaría hacerlo, aunque ello supusiera aguantar burlas o maltrato.
2 Como veremos enseguida, Jeremías se halló con frecuencia en situaciones similares. Por eso nos viene bien conocer algunos individuos y grupos con los que se relacionó durante sus años de servicio. Aunque se vio obligado a tener trato cercano con algunos que intentaron desalentarlo para que abandonara su misión, de ningún modo los incluyó en su círculo de amistades. Si nos fijamos, notaremos que él escogió como amigos a personas que lo apoyaron y lo animaron a mantenerse fiel, un ejemplo ilustrativo de la importancia de saber elegir nuestras compañías.
¿CON QUIÉNES ENTABLAMOS AMISTAD?
3 El rey Sedequías consultó a Jeremías de forma reiterada antes de la destrucción de Jerusalén. ¿Con qué fin? Con la esperanza de recibir un mensaje alentador sobre el futuro de su reino. Quería oír de boca del profeta que Judá sería librada de sus enemigos por la providencia divina. Los emisarios del rey le dijeron: “Por favor inquiere de Jehová [...], porque Nabucodorosor el rey de Babilonia está haciendo guerra contra nosotros. Tal vez Jehová haga con nosotros conforme a todas sus obras maravillosas, de manera que [Nabucodorosor] se retire” (Jer. 21:2). El monarca se negó a obedecer la orden divina de rendirse a Babilonia. Cierto biblista lo asemejó a “un paciente que vuelve una y otra vez al médico buscando alivio pero que no se toma el medicamento recetado”. ¿Y Jeremías? Bien pudo haber conquistado el favor de Sedequías regalándole los oídos; entonces, ¿por qué no cambió el mensaje, ahorrándose así muchos problemas? Porque Jehová le había mandado anunciar la caída de Jerusalén (léase Jeremías 32:1-5).
4 La situación de Jeremías y la nuestra presentan puntos en común. No podemos evitar todo trato con nuestros vecinos, compañeros de trabajo o condiscípulos. Pero ¿vamos más allá y entablamos amistad con ellos aunque no tengan interés en oír o seguir las normas de Dios? Jeremías no podía rehuir todo contacto con Sedequías, pues todavía era el rey aunque desoyera los consejos de Dios; sin embargo, no estaba obligado a aceptar su errada forma de pensar ni a congraciarse con él. Es verdad que si se hubiera plegado a sus deseos, el rey lo habría colmado de regalos y favores; pero Jeremías no cedió a la presión ni a la tentación de buscar su compañía. ¿Por qué? Porque no iba a cambiar la postura que Jehová le había dicho que adoptara. El ejemplo de Jeremías debe movernos a examinar si los amigos que elegimos nos estimulan a ser leales a Dios. Desde luego, es imposible evitar completamente el trato con quienes no sirven a Jehová, sea en el trabajo, la escuela o el vecindario (1 Cor. 5:9,10). Ahora bien, somos conscientes de que si cultivamos su amistad, correremos el peligro de perder la amistad de Dios.
¿AMIGOS DE LOS ESCÉPTICOS?
5 Sedequías no fue el único que trató de influir negativamente en Jeremías. Cierta vez, un sacerdote llamado Pasjur lo “golpeó”, quizás ordenando que le dieran 39 azotes (Jer. 20:2; Deu. 25:3). En otra ocasión, unos príncipes también lo azotaron y lo hicieron encarcelar en “la casa de los grilletes”, donde fue a parar a una mazmorra; allí pasó largos días en condiciones tan deplorables que temió por su vida (léase Jeremías 37:3,15, 16). Un tiempo después de haber salido de la prisión, otros príncipes azuzaron a Sedequías para que lo matara acusándolo de desmoralizar a los soldados; como consecuencia, fue arrojado en una cisterna fangosa para que muriera (Jer. 38:1-4). Aunque sabemos que el profeta de Dios se salvó de aquella horrible muerte, estos incidentes ilustran que quienes más deberían haber creído sus palabras se volvieron escépticos y la emprendieron con él.
6 Los enemigos de Jeremías no fueron solamente las autoridades civiles. En una ocasión, los hombres de su ciudad natal, Anatot -en otras palabras, sus propios paisanos-, amenazaron con matarlo si no dejaba de profetizar (Jer. 11:21). A pesar de sus amenazas, Jeremías prefirió la amistad de Jehová a la de sus conciudadanos. Otros fueron más allá de las palabras. Cuando Jeremías se puso en el cuello un yugo de madera e instó a los judíos a rendirse al rey de Babilonia como único medio para sobrevivir, Hananías, un falso profeta, se lo arrancó y lo rompió. Según él, Jehová había dicho: “Quebraré el yugo del rey de Babilonia”. Hananías murió en aquel mismo año, y ya sabemos quién resultó ser el profeta verdadero (Jer. 28:1-11,17). Tras la ruina de Jerusalén predicha por Jeremías, los jefes militares, junto con Johanán, se negaron a seguir el mandato de Dios de permanecer en Judá. “Es una falsedad lo que estás hablando”, dijeron a Jeremías. “Nuestro Dios no te ha enviado, diciendo: ‘No entren en Egipto para residir allí’”. Y como si esta irreverencia fuera poco, los jefes fugitivos se llevaron a Jeremías y a Baruc a Egipto (Jer. 42:1—43:7).
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• Escuela del Ministerio Teocrático
Lectura de la Biblia: Mateo 22, 23, 24, 25
| Puntos sobresalientes (10 min.)
*** w08 15/1 pág. 31 Puntos sobresalientes del libro de Mateo ***
22:3, 4, 9. ¿Cuándo se emitieron los tres llamamientos a los invitados del banquete de bodas? El primer llamamiento para reunir a la clase de la novia empezó en el año 29 de nuestra era, cuando Jesús y sus discípulos comenzaron a predicar, y se prolongó hasta el año 33. El segundo se extendió desde el derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés del año 33 hasta el año 36. Ambos llamamientos fueron dirigidos exclusivamente a los judíos, los prosélitos del judaísmo y los samaritanos. El tercero, en cambio, se dirigió a los gentiles incircuncisos, representados por la gente que se hallaba en los caminos que salían de la ciudad. Este último llamamiento comenzó en el 36 con la conversión del militar romano Cornelio y ha proseguido hasta nuestros días.
23:15. ¿Por qué eran los prosélitos, o conversos, del fariseísmo “merecedor[es] del Gehena dos veces más” que los propios fariseos? Es posible que en el momento de convertirse al fariseísmo, algunos individuos ya estuvieran cometiendo pecados graves. Pero cuando adoptaban la ideología extremista de los fariseos, su situación empeoraba, probablemente porque se volvían más extremistas aún que sus maestros. De ahí que fueran “merecedor[es] del Gehena dos veces más” que ellos.
21:28-31. Lo que cuenta para Jehová es que hagamos su voluntad. Por ejemplo, debemos participar con celo en la obra de predicar el Reino y hacer discípulos (Mat. 24:14; 28:19, 20). 22:37-39. Los dos mandamientos principales constituyen un resumen conciso de lo que Dios espera de sus siervos.
*** w09 15/6 pág. 19 Digámosle siempre la verdad a nuestro prójimo ***
(Mat. 22:21). ¿Cuáles son las cosas que le debemos al César, es decir, a las
autoridades? Pues bien, la conversación en la que Jesús pronunció estas palabras giraba en torno a los impuestos. De modo que para tener una conciencia limpia ante Dios y los hombres, debemos obedecer las leyes del país en el que vivimos, incluidas las que rigen el pago de impuestos (Rom. 13:5, 6). Aun así, reconocemos que Jehová es la Autoridad Suprema, el único Dios verdadero, y lo amamos con todo el corazón, el alma, la mente y las fuerzas (Mar. 12:30; Rev. 4:11). Por eso, solo él merece nuestra obediencia absoluta e incondicional (léase Salmo 86:11, 12).
*** w06 1/12 pág. 26 párr. 8 ¿Qué implica amar al prójimo? ***
Mateo 22:39. Al igual que el amor a Dios, el amor al prójimo no es solo sentimiento, sino también acción.
*** w05 15/8 pág. 26 párr. 9 La ley del amor escrita en el corazón ***
(Mateo 22:35-40). Jesús indicó que todas las Escrituras Hebreas, y no solo los Diez Mandamientos, se basaban en el amor.
*** w05 15/1 pág. 17 Visiones del Reino de Dios que se hacen realidad ***
En el griego original, la palabra traducida “dolores de angustia” significa
literalmente “dolores de parto” (Mateo 24:8). Esto da a entender que, al igual que ocurre con los dolores de parto, los problemas del mundo aumentarán en frecuencia, intensidad y duración, y alcanzarán su punto culminante en la gran tribulación.
*** w11 1/3 pág. 3 Una profecía de gran importancia ***
La profecía de Mateo 24:14 se está cumpliendo en nuestros días. Las “buenas
nuevas” (o buenas noticias) tienen que ver con cada uno de nosotros, pues
constituyen tanto una invitación como una advertencia: se nos invita a apoyar el Reino de Dios y se nos advierte que no debemos darle la espalda. La decisión que tomemos puede significar vida o muerte.
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Núm. 1: Mateo 23:25-39
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Núm. 2: ¿Por qué deben los cristianos estar profundamente interesados en las predicciones de la Biblia? (rs pág. 287 párrs. 4-8)
Núm. 1: Mateo 23:25-39
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Núm. 2: ¿Por qué deben los cristianos estar profundamente interesados en las predicciones de la Biblia? (rs pág. 287 párrs. 4-8)
*** rs pág. 287 - pág. 288 Profecía ***
¿Por qué deben los cristianos estar profundamente
interesados en las predicciones de la Biblia?
Mat. 24:42: “Manténganse alerta, pues, porque no saben
en qué día viene su Señor.”
2 Ped. 1:19-21: “Tenemos la palabra profética hecha más segura [como resultado de lo que pasó durante la transfiguración de Jesús]; y ustedes hacen bien en prestarle atención [...] Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.”
Pro. 4:18: “La senda de los justos es como la luz brillante que va haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido.”
Mat. 4:4: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová.” (Esto incluye sus grandes promesas proféticas.
2 Tim. 3:16: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia.” (Por eso la entera Palabra escrita de Dios merece que la estudiemos asiduamente.)
INFORMACION ADICIONAL:
w84 1/4 pág. 15 párr. 2 Preste atención a la palabra profética de Dios para nuestros días
w84 1/4 pág. 15 párr. 2 Preste atención a la palabra profética de Dios para nuestros días
2 Dios dijo a su pueblo de la antigüedad: “Miren cómo se cumplió todo lo que antes anuncié, y ahora voy a anunciar cosas nuevas; se las hago saber a ustedes antes que aparezcan” (Isaías 42:9, VP). Al hacer posible un entendimiento de profecías ya dadas en la Biblia, Jehová todavía está suministrando a sus siervos leales conocimiento por adelantado, y nosotros ciertamente debemos prestar atención a éste.
Como muy bien expresó la situación el apóstol Pedro: “Hacéis bien en prestar atención [a la palabra de los profetas], como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día” (2 Pedro 1:19, Biblia de Jerusalén).
En realidad, el prestar atención a la palabra profética de Dios caracteriza al pueblo de Jehová y lo distingue de este mundo tenebroso y confuso. Bien declara Proverbios 4:18, 19: “La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día. Pero el camino de los malos es como tinieblas, no saben dónde han tropezado”. (BJ; compare con Salmo 119:105.)
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Núm. 3: ¿Qué ejemplos bíblicos demuestran la sabiduría del consejo de Proverbios 3:5?
w11 15/11 págs. 7-8 “No te apoyes en tu propio entendimiento”
En momentos de angustia
5 Hablando del rey Ezequías de Judá, la Biblia dice: “Él siguió
adhiriéndose a Jehová. No se desvió de seguirlo, sino que continuó
guardando sus mandamientos que Jehová había mandado a Moisés”. Así
fue, “en Jehová el Dios de Israel confió él” (2 Rey. 18:5, 6). ¿Cómo
reaccionó Ezequías cuando Senaquerib, el rey de Asiria, envió a Rabsaqué
y otros representantes a Jerusalén acompañados de un gran ejército? Las
poderosas fuerzas asirias ya habían tomado varias ciudades amuralladas
de Judá y ahora su objetivo era Jerusalén. Ezequías fue a la casa de Jehová
y se puso a orar así: “Oh Jehová nuestro Dios, sálvanos, por favor, de su
mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres
Dios, tú solo” (2 Rey. 19:14-19).
6 Ezequías fue consecuente con su oración. Por ejemplo, incluso antes
de subir al templo a orar, ordenó al pueblo que no respondiera a las
provocaciones de Rabsaqué. Además envió un grupo de hombres al
profeta Isaías en busca de consejo (2 Rey. 18:36; 19:1, 2). Ezequías hizo
lo que debía hacer. En esta ocasión no buscó el apoyo de Egipto ni de
naciones vecinas —una solución que no hubiera estado en sintonía con la
voluntad de Jehová— ni tampoco se apoyó en su experiencia personal.
Ezequías confió en Dios. Tras la matanza de 185.000 soldados enemigos a
manos del ángel de Jehová, Senaquerib regresó a Nínive (2 Rey.
19:35, 36).
(2 Reyes 19:1, 2) Y aconteció que, tan pronto como el rey Ezequías lo oyó, inmediatamente rasgó sus prendas de vestir y se cubrió de saco y entró en la casa de Jehová. 2 Además, envió a Eliaquim, que estaba sobre la casa, y a Sebnah el secretario, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de saco, a Isaías el profeta hijo de Amoz.
7 Ana, la esposa de Elqaná el levita, también se apoyó en Jehová al
sentirse angustiada porque no podía concebir hijos (1 Sam. 1:9-11, 18).
Y el profeta Jonás fue liberado del vientre de un gran pez tras orar: “Desde
mi angustia clamé a Jehová, y él procedió a responderme. Desde el vientre
del Seol grité por ayuda. Oíste mi voz” (Jon. 2:1, 2, 10). Resulta muy
consolador saber que por difíciles que sean nuestras circunstancias,
siempre podemos acercarnos a Jehová con una “petición de favor” (léase
Salmo 55:1, 16).
(1 Samuel 1:18) A lo cual ella dijo: “Halle tu sierva favor a tus ojos”. Y la mujer procedió a irse por su camino y a comer, y su rostro no volvió a mostrar preocupación por su propia situación.
(Jonás 2:10) Con el tiempo Jehová dio orden al pez, de modo que este vomitó a Jonás en tierra seca.
(Salmo 55:16) En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová mismo me salvará.
8 Además, los ejemplos de Ezequías, Ana y Jonás nos enseñan una
lección sobre lo que nunca debemos olvidar cuando oramos en momentos
difíciles. Los tres sufrieron el dolor de enfrentarse a situaciones amargas; aun así, sus plegarias indican que su mayor preocupación no eran ellos mismos ni sus problemas, sino el nombre de Dios, su adoración y el cumplimiento de su voluntad. A Ezequías le dolió que se deshonrara el nombre de Jehová. Ana prometió dar al hijo que tanto deseaba para que sirviera en el tabernáculo de Siló. Y Jonás dijo: “Lo que he prometido en voto, ciertamente pagaré” (Jon. 2:9).
9 Cuando pedimos a Dios que nos libre de una situación compleja, es
bueno analizar nuestros motivos. ¿Nos preocupa únicamente resolver el
problema, o tenemos presente a Jehová y su propósito? Los sufrimientos
pueden hacer que estemos tan atrapados en nuestras circunstancias que
el interés por los asuntos espirituales pase a un segundo plano. Al pedirle
a Dios que nos ayude, nunca perdamos de vista a Jehová, la santificación
de su nombre y la vindicación de su soberanía. Todo esto nos ayudará a
mantener una actitud positiva aunque no se materialice la solución que
esperábamos. A veces Jehová responde a nuestras oraciones dándonos
fortaleza para aguantar la situación (léanse Isaías 40:29 y Filipenses
4:13).
Al tomar decisiones
10 ¿Cómo toma usted las decisiones importantes? ¿Decide primero,
quizás, y luego ora a Jehová para que bendiga su decisión? Veamos lo que
hizo Jehosafat, rey de Judá, cuando un ejército combinado de moabitas y
amonitas le declararon la guerra. Judá no estaba en condiciones de luchar
contra ellos. ¿Qué hizo entonces el monarca?
11 “A Jehosafat le dio miedo, y dirigió su rostro a buscar a Jehová”, dice
la Biblia. Decretó un ayuno para todo Judá y reunió al pueblo “para inquirir
de Jehová”. Entonces Jehosafat se puso de pie ante la congregación de
Judá y de Jerusalén y oró: “Oh Dios nuestro, ¿no ejecutarás juicio contra
ellos? Porque no hay en nosotros poder delante de esta gran
muchedumbre que viene contra nosotros; y nosotros mismos no sabemos
qué debemos hacer, pero nuestros ojos están hacia ti”. El Dios verdadero
oyó la súplica del rey y libró milagrosamente al pueblo (2 Cró. 20:3-12, 17).
A la hora de tomar decisiones, sobre todo aquellas que pudieran repercutir
en nuestra espiritualidad, ¿no deberíamos confiar en Jehová más bien que
en nuestra inteligencia?
(2 Crónicas 20:17) No tendrán que pelear en esta ocasión. Tomen su posición, esténse quietos y vean la salvación de Jehová a favor de ustedes. Oh Judá y Jerusalén, no tengan miedo ni se aterroricen. Mañana salgan contra ellos, y Jehová estará con ustedes’”.
12 ¿Y qué deberíamos hacer ante un problema que nos parece de fácil
solución porque en el pasado resolvimos uno parecido? Un relato de la
vida del rey David nos dará la respuesta. Cuando los amalequitas
arrasaron la ciudad de Ziqlag, se llevaron a las esposas y a los hijos de
David y de sus hombres. David inquirió de Jehová, diciendo: “¿Voy en
seguimiento de esta partida merodeadora?”. Jehová le respondió: “Ve en
seguimiento, porque sin falta los alcanzarás, y sin falta efectuarás una
liberación”. David se puso en marcha y “logró librar todo lo que los
amalequitas habían tomado” (1 Sam. 30:7-9, 18-20).
(1 Samuel 30:18-20) Y David logró librar todo lo que los amalequitas habían tomado, y a sus dos esposas David las libró. 19 Y no hubo cosa alguna de lo suyo que les faltara, de lo más pequeño a lo más grande, ni de hijos e hijas, ni del despojo, ni siquiera de lo que habían tomado para sí. Todo lo recobró David. 20 Así que David tomó todos los rebaños y las vacadas, los cuales condujeron delante de aquel [otro] ganado. Entonces dijeron: “Este es el despojo de David”.
13 Posteriormente, los filisteos invadieron Israel. David volvió a
consultar a Jehová y recibió una clara respuesta: “Sube, porque sin falta
daré a los filisteos en tus manos” (2 Sam. 5:18, 19). Al poco tiempo, los
filisteos salieron una vez más en batalla contra David. ¿Qué haría él ahora?
Podría haber razonado: “Esto es lo mismo que las otras dos veces, así que
pelearé contra los enemigos de Dios”. ¿Decidiría él mismo, o buscaría la
guía de Jehová? David no se fió de su experiencia y volvió a orar en busca
de consejo. ¡Y menos mal que lo hizo, porque las instrucciones esta vez
fueron diferentes! (2 Sam. 5:22, 23.) Cuando nos enfrentemos a una
situación o problema que ya hayamos tratado, tengamos cuidado de
no confiar solamente en nuestra experiencia personal (léase Jeremías
10:23).
experimentados— debe dejar de buscar la dirección de Jehová al
tomar decisiones. Pensemos en cómo actuaron Josué, sucesor de
Moisés, y los ancianos de Israel cuando unos astutos gabaonitas se
les acercaron en son de paz. Estos se habían disfrazado para dar la
apariencia de que venían de un país distante. Sin preguntar a Jehová,
Josué y sus hombres sellaron un pacto de paz con ellos. Y aunque es
cierto que Jehová aprobó en última instancia aquel acuerdo, sea seguró de que para beneficio nuestro se registrara en las Escrituras el hecho de que no buscaron su dirección (Jos. 9:3-6, 14, 15).
(Josué 9:14, 15) Con eso, los hombres tomaron de las provisiones de ellos, y no inquirieron de la boca de Jehová. 15 Y Josué se puso a hacer la paz con ellos y a celebrar un pacto con ellos para dejarlos vivir, y así los principales de la asamblea les juraron.
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• Reunión de Servicio
Cántico 37
"LA PALABRA INSPIRADA DE DIOS"
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10 min. Si alguien dice: “No creo en Dios”. Análisis con el auditorio basado en el libro Razonamiento, de la página 122, párrafo 6, a la página 124, párrafo 1. Incluya una breve demostración.
Otros ejemplos: 1) Los astrónomos nos dicen que el calor del Sol en el núcleo de este es de 15.000.000 de grados centígrados (27.000.000 °F). ¿Rechazamos esa idea porque no podemos comprender plenamente un calor tan intenso? 2) Nos dicen que el tamaño de nuestra Vía Láctea es tan grande que un haz de luz que viaje a más de 300.000 kilómetros por segundo (186.000 mi/seg) tomaría 100.000 años para cruzarla de un extremo al otro. ¿Comprende en realidad la mente nuestra tal distancia? Sin embargo, la aceptamos porque la evidencia científica la apoya.
¿Qué es más razonable... que el universo sea producto de un Creador vivo e inteligente, o que haya surgido simplemente al azar de una fuente no viviente y sin dirección inteligente? Algunos adoptan el último punto de vista porque creer de otro modo significaría que tendrían que reconocer la existencia de un Creador cuyas cualidades no pueden comprender de lleno. Pero bien se sabe que los científicos no comprenden plenamente el funcionamiento de los genes que hay dentro de las células vivas y que determinan el desarrollo de estas. Tampoco entienden del todo el funcionamiento del cerebro humano. No obstante, ¿quién negaría que los genes existen? ¿Deberíamos realmente esperar entenderlo todo en cuanto a una Persona que es tan grande que pudo dar existencia al universo, con todo su diseño complejo y su tamaño formidable?
¿Es importante emplear el nombre de Dios?
Rom. 10:13: “Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.”
Eze. 39:6: “La gente tendrá que saber que yo soy Jehová.”
Jesús dijo a su Padre: “Les he dado a conocer tu nombre [es decir, a sus verdaderos seguidores] y lo daré a conocer.” (Juan 17:26.)
Véanse también las páginas 203, 204, en la sección “Jehová”.
¿Importa a qué Dios sirvamos, con tal que tengamos alguna religión?
1 Cor. 10:20: “Las cosas que las naciones sacrifican, a demonios las sacrifican, y no a Dios.”
2 Cor. 4:4: “El dios de este sistema de cosas ha cegado las mentes de los incrédulos, para que la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios, no resplandezca a través a ellos.” (Aquí se alude al Diablo como un “dios”. Véanse 1 Juan 5:19 y Revelación 12:9.)
Mat. 7:22, 23: “Muchos me dirán [es decir, dirán a Jesucristo] en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero.” (Aun el afirmar que uno es cristiano no es garantía de que esté sirviendo aceptablemente al Dios verdadero.)
Véanse también las páginas 308-310, en la sección “Religión”.
Si Jehová es “el único Dios verdadero”, ¿qué clase de “Dios” es Jesús?
Jesús mismo se refirió a su Padre como “el único Dios verdadero” (Juan 17:3). Jehová mismo dijo: “Fuera de mí no hay Dios” (Isa. 44:6). El apóstol Pablo escribió que, para los cristianos verdaderos, “hay un solo Dios el Padre” (1 Cor. 8:5, 6). Así que Jehová es único; nadie más comparte Su posición. Jehová está en contraste absoluto con objetos de adoración como ídolos, humanos divinizados y Satanás. Todos estos son dioses falsos.
En las Escrituras se llama a Jesús “un dios”, hasta “Dios Poderoso” (Juan 1:1; Isa. 9:6). Pero en ninguna parte se dice que él sea Todopoderoso, como lo es Jehová (Gén. 17:1). Se dice que Jesús es “el reflejo de su gloria [la de Dios]”, pero el Padre es la Fuente de esa gloria (Heb. 1:3). Jesús de ningún modo procura la posición de su Padre. Dijo: “Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado” (Luc. 4:8). Existe “en la forma de Dios”, y el Padre ha mandado que “en el nombre de Jesús se doble toda rodilla”, pero todo esto se hace “para la gloria de Dios el Padre”. (Fili. 2:5-11; véanse también las páginas 209-213.)
Si alguien dice...
‘No creo en Dios’
Usted pudiera contestar: ‘¿Ha pensado así siempre?... Antes de llegar a esa conclusión, ¿examinó algún conjunto de pruebas que le pareciera persuasivo?’. Entonces pudiera añadir: ‘Este es un tema que me interesa muchísimo, y he pensado mucho en él. Algunos puntos que hallé muy útiles fueron los siguientes:...’. (En la página 118, véase el subtítulo “¿Hay razones sólidas para creer en Dios?”; véanse también las páginas 87-89, en la sección “Creación”.)
O contestar: ‘¿Quiere decir que no cree que haya un Creador, o es que ha visto tanta hipocresía en las iglesias que no tiene fe en lo que ellas enseñan?’. Si se trata de lo último, usted pudiera añadir: ‘Hay una gran diferencia entre las iglesias de la cristiandad y el cristianismo verdadero. Es cierto que la cristiandad ha oprimido a la gente, pero el cristianismo no ha hecho eso. La cristiandad ha hecho guerra, pero el cristianismo no. La cristiandad no ha provisto guía moral apropiada, pero el cristianismo sí. La Palabra de Dios, la Biblia, no apoya a la cristiandad. Al contrario, condena a la cristiandad’.
Otra posibilidad: ‘He tenido conversaciones interesantes con otras personas que opinan como usted. Algunas dijeron que sencillamente no podían conciliar la creencia en Dios con todo el sufrimiento y la iniquidad que hay en el mundo. ¿Es eso lo que usted piensa?’. (Si así es, utilice parte de la información de las páginas 119, 120, bajo el subtítulo “¿Prueba la existencia de la iniquidad y del sufrimiento que no haya ningún Dios?”.)
‘Creo solo en lo que puedo ver, y nunca he visto a Dios’
Usted pudiera contestar: ‘Ese punto de vista es muy común hoy día. Y hay una causa para ello. Vivimos en una sociedad en que se enfatizan las posesiones materiales. Pero usted es una persona que quiere ser práctica, ¿no es cierto?’. Entonces pudiera añadir: 1) ‘¿Hay cosas que no podamos ver con los ojos, pero que creamos que existen porque hay razones sólidas para creer que existen? ¿Qué hay del aire que respiramos? Tal vez lo sintamos cuando la brisa sopla. Sabemos que nos llena los pulmones, aunque no podemos verlo. Porque vemos los efectos, hay buena razón para creer que existe, ¿no es así?’. 2) ‘Y no podemos ver la gravedad. Pero cuando dejamos caer algo, vemos indicación de que la gravedad está en funcionamiento. Tampoco vemos los olores, pero nuestra nariz los percibe. No podemos ver las ondas sonoras, pero nuestros oídos las detectan. Así que creemos en cosas que no vemos... con tal que haya buena razón para creer en ellas, ¿no es cierto?’. 3) ‘Pues bien, ¿hay prueba de que realmente exista un Dios invisible?’. (Utilice la información de la página 118, bajo el subtítulo “¿Hay razones sólidas para creer en Dios?”.)
‘Tengo mi propio concepto de Dios’
Usted pudiera contestar: ‘Me alegra saber que usted es una persona que ha pensado en este asunto, y que cree en Dios. ¿Me permite preguntarle qué concepto tiene usted de Dios?’. Entonces pudiera añadir: ‘De seguro usted comprende que es importante que uno se asegure de que lo que cree esté en armonía con lo que Dios mismo dice. ¿Me permite compartir con usted solo un pensamiento de la Biblia sobre este asunto? (Sal. 83:18)’.
10 min. Necesidades locales.
Cántico 95
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• Estudio de la Atalaya
Cántico 62
Somos mayordomos de confianza
“[Ustedes] no se pertenecen a sí mismos.” (1 COR. 6:19)
(1 Corintios 6:19) ¡Qué! ¿No saben que el cuerpo que ustedes son es [el] templo del espíritu santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios? Además, no se pertenecen a sí mismos,
¿QUÉ RESPONDERÍA? ¿Qué función desempeñaban los mayordomos en la antigüedad? ¿Qué responsabilidades tenemos en común todos los mayordomos de Dios? ¿Cómo debemos ver la labor de mayordomos que se nos ha confiado?
1. ¿Qué opina el mundo en general sobre ser esclavo?
HACE unos dos mil quinientos años, un dramaturgo griego escribió: “Nadie lleva por su gusto el yugo de la esclavitud”. No es difícil concordar con esa declaración. La esclavitud nos hace pensar en personas oprimidas y encadenadas, cuyos sacrificios y trabajo solo benefician a sus exigentes amos.
2, 3. a) ¿Cómo es el yugo que aceptan los siervos, o esclavos, de Cristo? b) ¿Qué preguntas responderemos sobre nuestra labor como mayordomos?
2 Jesús indicó que sus discípulos serían humildes siervos, o esclavos, pero el yugo que aceptan los cristianos verdaderos no los degrada ni oprime. Al contrario, les concede dignidad, confianza y respeto. Veamos, por ejemplo, lo que poco antes de morir predijo Jesús sobre un “esclavo fiel y discreto” al que encargaría ciertos deberes (Mat. 24:45-47).
3 Es de interés que, en un relato paralelo, a dicho esclavo se le llama “mayordomo” (léase Lucas 12:42-44). Aunque hoy día la mayoría de los cristianos fieles no forman parte del grupo simbolizado por ese esclavo, a todos los siervos de Dios se nos ha encargado un trabajo semejante al de un mayordomo. ¿Qué labores tenemos? ¿Cómo debemos considerarlas? Para averiguarlo, examinemos la función que cumplían los mayordomos en la antigüedad.
LA FUNCIÓN DE LOS MAYORDOMOS
4, 5. ¿Qué deberes tenían los mayordomos de la antigüedad? Dé ejemplos.
4 En la antigüedad, el mayordomo era un esclavo de confianza que atendía la casa o los negocios de su dueño. Por lo general gozaba de considerable autoridad, pues se le ponía al cargo de los bienes, el dinero y los demás siervos de la casa. Un ejemplo de ello fue Eliezer, al que Abrahán le confió sus muchas posesiones. Quizás fue a él a quien su amo envió a Mesopotamia con la misión trascendental de encontrarle esposa a su hijo Isaac (Gén. 13:2; 15:2; 24:2-4).
(Génesis 15:2) A lo que dijo Abrán: “Señor Soberano Jehová, ¿qué me darás, cuando voy quedándome sin hijo y el que poseerá mi casa es un hombre de Damasco, Eliezer?”.
(Génesis 24:2-4) Por lo tanto Abrahán dijo a su siervo, al más viejo de su casa, que administraba todo lo que tenía: “Pon tu mano, por favor, debajo de mi muslo, 3 porque tengo que hacerte jurar por Jehová, el Dios de los cielos y el Dios de la tierra, que no tomarás esposa para mi hijo de las hijas de los cananeos, entre quienes estoy morando, 4 sino que irás a mi país y a mis parientes, y ciertamente tomarás esposa para mi hijo, para Isaac”.
5 José, bisnieto de Abrahán, fue mayordomo de la casa de Potifar (Gén. 39:1, 2). Con el tiempo, él mismo llegó a tener un mayordomo que cuidaba de toda su casa y que, en cierta ocasión, se encargó de acoger hospitalariamente a diez hermanos de José. Y por mandato de su amo, organizó todo lo relacionado con la copa de plata supuestamente robada. Es obvio que los mayordomos ocupaban puestos de mucha confianza (Gén. 43:19-25; 44:1-12).
(Génesis 43:19-25) Por lo tanto se acercaron al hombre que estaba sobre la casa de José y le hablaron a la entrada de la casa, 20 y dijeron: “¡Dispénsanos, señor mío! Por cierto, vinimos al principio para comprar alimento. 21 Pero lo que sucedió fue que cuando llegamos al lugar de alojamiento y empezamos a abrir nuestros costales, pues, ¡mira!, el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su peso completo. De modo que quisiéramos devolverlo con nuestras propias manos. 22 Y hemos traído más dinero en nuestras manos para comprar alimento. Ciertamente no sabemos quién colocó nuestro dinero en nuestros costales”. 23 Entonces él dijo: “Todo está bien en cuanto a ustedes. No tengan miedo. El Dios de ustedes y el Dios de su padre les dio tesoro en sus costales. Su dinero llegó primero a mí”. Después de eso les sacó a Simeón. 24 Entonces el hombre introdujo a los hombres en casa de José y dio agua para que les lavaran los pies, y dio pienso para sus asnos. 25 Y ellos se pusieron a alistar el regalo para la venida de José al mediodía, porque habían oído que era allí donde iban a comer pan.
(Génesis 44:1-12) Más tarde él dio orden al hombre que estaba sobre su casa, y dijo: “Llena de alimento los costales de los hombres hasta el límite de lo que puedan llevar, y coloca el dinero de cada uno en la boca de su costal. 2 Pero tienes que colocar mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del más joven, y el dinero de los cereales de él”. De modo que él hizo según la palabra de José que este había hablado. 3 Había rayado el alba cuando los hombres fueron enviados, ellos y también sus asnos. 4 Salieron de la ciudad. No habían ido lejos cuando José dijo al hombre que estaba sobre su casa: “¡Levántate! Corre tras los hombres y alcánzalos de seguro y diles: ‘¿Por qué han pagado mal por bien? 5 ¿No es esta la cosa en que bebe mi amo y por la cual con pericia lee agüeros? Es un hecho malo el que han cometido’”. 6 Por fin él los alcanzó y les habló estas palabras. 7 Pero ellos le dijeron: “¿Por qué habla mi señor tales palabras? Es inconcebible que tus siervos hicieran cosa semejante. 8 ¡Si el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales te lo trajimos de vuelta desde la tierra de Canaán! Entonces, ¿cómo podríamos hurtar plata u oro de la casa de tu amo? 9 Que muera aquel de tus esclavos con quien se halle, y que nosotros mismos también lleguemos a ser esclavos de mi amo”. 10 Entonces dijo él: “Sea ahora exactamente conforme a sus palabras. Así aquel con quien se halle llegará a ser esclavo mío, pero ustedes mismos quedarán probados inocentes”. 11 Ante aquello, apresuradamente bajó cada uno su costal a tierra y abrió cada uno su propio costal. 12 Y él se puso a escudriñar cuidadosamente. Comenzó por el de más edad y acabó por el más joven. Por fin se halló la copa en el costal de Benjamín.
6. ¿Qué trabajos realizan los distintos ancianos cristianos como mayordomos?
6 Siglos más tarde, el apóstol Pablo escribió que los superintendentes cristianos deben ser “mayordomo[s] de Dios” (Tito 1:7). Han sido nombrados para pastorear “el rebaño de Dios”, por lo que dirigen las congregaciones y dan un buen ejemplo en todo (1 Ped. 5:1, 2). Por supuesto, sus funciones varían. La mayoría de ellos realizan su labor en una sola congregación, pero los que son superintendentes viajantes ayudan a muchas. Y los miembros de los Comités de Sucursal atienden las congregaciones de países enteros. Pero de todos se espera que cumplan sus deberes fielmente, pues todos deben rendir cuentas a Dios (Heb. 13:17).
(1 Pedro 5:1, 2) Por lo tanto, a los [que son] ancianos entre ustedes doy esta exhortación, porque yo también soy anciano con [ellos] y testigo de los sufrimientos del Cristo, hasta partícipe de la gloria que ha de ser revelada: 2 Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena gana; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con empeño;
(Hebreos 13:17) Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes, y sean sumisos, porque ellos están velando por las almas de ustedes como los que han de rendir cuenta; para que ellos lo hagan con gozo y no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente dañoso a ustedes.
7. ¿Por qué puede afirmarse que, en cierto sentido, todos los cristianos somos mayordomos?
7 ¿Y qué hay de los numerosos cristianos leales que no son superintendentes? Dirigiéndose a los cristianos en general, el apóstol Pedro escribió: “En proporción al don que cada uno haya recibido, úsenlo al ministrarse unos a otros como excelentes mayordomos de la bondad inmerecida de Dios expresada de diversas maneras” (1 Ped. 1:1; 4:10). En su bondad inmerecida, Dios nos ha otorgado a todos dones y capacidades que podemos emplear en favor de nuestros hermanos en la fe. Por consiguiente, todos los que servimos a Dios somos mayordomos, y esa función conlleva dignidad, confianza y responsabilidad.
(1 Pedro 4:10) En proporción al don que cada uno haya recibido, úsenlo al ministrarse unos a otros como excelentes mayordomos de la bondad inmerecida de Dios expresada de diversas maneras.
PERTENECEMOS A DIOS
8. ¿Qué importante principio debemos tener presente?
8 Nos centraremos ahora en tres principios aplicables a nuestra labor como mayordomos. El primero es este: todos pertenecemos a Dios y tenemos que rendirle cuentas. Pablo escribió: “No se pertenecen a sí mismos, porque fueron comprados por [un] precio”, la sangre de Cristo vertida en sacrificio (1 Cor. 6:19, 20). Puesto que pertenecemos a Jehová, estamos obligados a obedecer sus mandatos, los cuales no son una carga (Rom. 14:8; 1 Juan 5:3). También llegamos a ser esclavos de Cristo. Como a los mayordomos de tiempos antiguos, a nosotros se nos concede mucha libertad, pero esa libertad tiene límites. Debemos cumplir nuestras obligaciones como se nos manda. Sin importar las funciones que desempeñemos en la congregación, seguimos siendo esclavos de Dios y de Cristo.
(Romanos 14:8) pues tanto si vivimos, vivimos para Jehová, como si morimos, morimos para Jehová. Por consiguiente, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos a Jehová.
(1 Corintios 6:19, 20) ¡Qué! ¿No saben que el cuerpo que ustedes son es [el] templo del espíritu santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios? Además, no se pertenecen a sí mismos, 20 porque fueron comprados por precio. Sin falta, glorifiquen a Dios en el cuerpo que son ustedes.
9. ¿Cómo nos ayudó a entender Jesús la relación entre amo y esclavo?
9 En una parábola, Jesús nos ayuda a entender la relación entre amo y esclavo. Les habló a sus discípulos de un esclavo que llegó a casa después de haber trabajado todo el día. ¿Acaso le dijo su amo: “Ven acá en seguida y reclínate a la mesa”? No. Más bien, le dio estas instrucciones: “Prepárame algo para que cene, y ponte un delantal y sírveme hasta que yo haya acabado de comer y beber, y después tú puedes comer y beber”. A continuación, Jesús le dio esta aplicación a la parábola: “Así también ustedes, cuando hayan hecho todas las cosas que se les hayan asignado, digan: ‘Somos esclavos que no servimos para nada. Lo que hemos hecho es lo que deberíamos haber hecho’” (Luc. 17:7-10).
10. ¿Qué indica que Jehová valora nuestros esfuerzos por servirle?
10 Por supuesto, Jehová valora nuestros esfuerzos por servirle. La Biblia nos garantiza: “Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre” (Heb. 6:10). Lo que Jehová nos pide jamás es irrazonable. Además, siempre es para nuestro bien y nunca supone una carga demasiado pesada. Con todo, Jesús nos enseñó en su parábola que un esclavo no se complace a sí mismo ni pone sus intereses en primer lugar. La idea es que al dedicarnos a Dios, decidimos que su servicio tenga prioridad en nuestra vida.
¿QUÉ ESPERA JEHOVÁ DE TODOS NOSOTROS?
11, 12. En nuestra función de mayordomos, ¿qué cualidad debemos demostrar, y qué debemos evitar?
11 El segundo principio es este: en nuestra función de mayordomos, todos obedecemos las mismas normas. Es verdad que algunas responsabilidades solo se les asignan a unos pocos hermanos, pero la mayoría son comunes a todos los miembros de la congregación cristiana. Por ejemplo, como discípulos de Cristo y testigos de Jehová estamos obligados a amarnos unos a otros. Jesús señaló que el amor mutuo es la marca que identifica a los cristianos verdaderos (Juan 13:35). Pero también amamos a quienes no forman parte de la hermandad, a las personas que no comparten nuestra fe. Ese amor cristiano es algo que todos nosotros podemos y debemos demostrar.
12 Jehová también espera que manifestemos una conducta excelente. Deseamos evitar los comportamientos y estilos de vida que su Palabra condena. Pablo advirtió: “Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas por la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios” (1 Cor. 6:9, 10). Hay que reconocer que amoldarse a las justas normas divinas requiere esfuerzo. Sin embargo, vale la pena, ya que reporta numerosos beneficios. Entre ellos figuran un modo de vida que contribuye a la buena salud, buenas relaciones con los demás y la alegría de contar con el favor de Dios (léase Isaías 48:17, 18).
(Juan 13:35) En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí”.
13, 14. ¿Qué responsabilidad tienen todos los cristianos, y cómo debemos considerarla?
13 Asimismo, recordemos que, al igual que los mayordomos, nosotros tenemos una labor que hacer. Jehová nos ha dado algo inestimable: el conocimiento de la verdad. Y ahora espera que se lo llevemos a nuestro semejante (Mat. 28:19, 20). Pablo escribió: “Valórenos el hombre como quienes son subordinados de Cristo y mayordomos de los secretos sagrados de Dios” (1 Cor. 4:1). El apóstol indicó que la función de mayordomos abarca tanto custodiar con esmero “los secretos sagrados” —es decir, la verdad de la Biblia— como transmitirlos fielmente según ordenó el Amo, Jesucristo (1 Cor. 9:16).
(1 Corintios 4:1) Valórenos el hombre como quienes son subordinados de Cristo y mayordomos de los secretos sagrados de Dios.
(Mateo 28:19, 20) Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, 20 enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas”.
14 Enseñar la verdad es una labor que se hace por amor. Claro está, cada cristiano tiene circunstancias distintas. No todos pueden hacer lo mismo en el ministerio, y Jehová lo entiende. Lo importante es hacer todo lo que personalmente podemos. Así demostramos un amor desinteresado tanto a Dios como a la gente.
LA IMPORTANCIA DE SER FIELES
15-17. a) ¿Por qué es imprescindible que un mayordomo sea fiel? b) ¿Cómo ilustró Jesús las consecuencias de la infidelidad?
15 El tercer principio, muy relacionado con los dos anteriores, es el siguiente: debemos ser fieles, dignos de confianza. Un mayordomo puede tener magníficas cualidades y destrezas, pero ninguna de ellas importará mucho si es irresponsable o desleal a su señor. La fidelidad es imprescindible para hacer bien su labor. Recordemos estas palabras de Pablo: “Lo que se busca en los mayordomos es que al hombre se le halle fiel” (1 Cor. 4:2).
16 De esto podemos estar seguros: si somos fieles, Jehová nos recompensará, pero si no lo somos, sufriremos las consecuencias. Jesús enseñó este principio en su parábola de los talentos. El amo elogió y premió generosamente a los esclavos que le fueron fieles y negociaron con su dinero. Pero al que fue irresponsable lo llamó “inicuo”, “indolente” y “esclavo que no sirve para nada”. Le quitó el talento que le había confiado y mandó echarlo afuera (léase Mateo 25:14-18, 23, 26, 28-30).
(Mateo 25:23) Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo’.
(Mateo 25:26) En respuesta, su amo le dijo: ‘Esclavo inicuo e indolente, ¿conque sabías que yo segaba donde no sembraba y recogía donde no aventaba?
(Mateo 25:28-30) ”’Por tanto, quítenle el talento y dénselo al que tiene los diez talentos. 29 Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero en cuanto al que no tiene, hasta lo que tiene le será quitado. 30 Y al esclavo que no sirve para nada, échenlo a la oscuridad de afuera. Allí es donde será [su] llanto y el crujir de [sus] dientes’.
17 Jesús subrayó las consecuencias de la infidelidad en esta otra parábola: “Cierto hombre era rico y tenía un mayordomo, y este fue acusado ante él de manejar sus bienes en forma despilfarradora. De modo que él lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo de ti? Entrega la cuenta de tu mayordomía, porque ya no puedes tener a tu cargo la casa’” (Luc. 16:1, 2). Como el mayordomo malgastó los bienes de su amo, este lo despidió. ¡Qué impactante lección para todos nosotros! Nunca seamos negligentes con lo que Jehová nos pide.
¿NOS CONVIENE COMPARARNOS CON OTROS?
18. ¿Por qué no nos conviene compararnos con otros?
18 Aunque cada uno puede evaluar su propia labor como mayordomo, no es sabio compararse con otros. La Biblia nos aconseja: “Que cada uno pruebe lo que su propia obra es, y entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona” (Gál. 6:4). En vez de comparar lo que hacemos con lo que otros hacen, debemos centrarnos en lo que personalmente podemos hacer. De ese modo ni nos hincharemos de orgullo ni nos desanimaremos. Al evaluarnos, tenemos que reconocer que las circunstancias cambian. Puede que la mala salud, la vejez o las obligaciones no nos permitan rendir tanto como antes. O quizás podamos dar más de lo que estamos dando. En este último caso, ¿por qué no tratar de intensificar nuestro servicio?
19. ¿Por qué no hay que desanimarse si no recibimos algún privilegio que nos gustaría tener?
19 Tampoco debemos compararnos con quienes tienen responsabilidades que a nosotros nos gustaría tener. Por ejemplo, un hermano tal vez desee ser anciano en la congregación o pronunciar discursos en las asambleas. Es bueno esforzarse por alcanzar dichos privilegios, pero no hay que desanimarse si no llegan cuando esperamos. Por algunas razones que quizá nos cueste comprender, puede que tarden mucho más de lo que pensábamos. No olvidemos que Moisés parecía preparado para sacar a los israelitas de Egipto, pero tuvo que esperar cuarenta años para hacerlo. Ese tiempo le permitió cultivar las cualidades que necesitaría para dirigir a un pueblo terco y rebelde (Hech. 7:22-25, 30-34).
20. ¿Qué lección aprendemos de Jonatán?
20 La realidad es que puede que cierto privilegio nunca se nos conceda. Eso fue lo que le sucedió a Jonatán. Era el hijo de Saúl, y por tanto el sucesor natural para reinar sobre Israel. Sin embargo, Dios eligió a David, un hombre mucho más joven. ¿Cómo se lo tomó Jonatán? Lo aceptó de buena gana y apoyó a David aun a riesgo de su vida. De hecho, le dijo: “Tú mismo serás rey sobre Israel, y yo mismo llegaré a ser segundo a ti” (1 Sam. 23:17). Jonatán aceptó la situación y, a diferencia de su padre, no se puso celoso. ¿Cuál es la lección? En vez de envidiar a otros por las responsabilidades que reciban, concentrémonos en atender bien las nuestras. Podemos estar seguros de que en el nuevo mundo, Jehová se encargará de satisfacer los deseos legítimos de todos sus siervos.
21. ¿Cómo debemos considerar nuestra labor de mayordomos?
21 Tengamos presente que en nuestra función de mayordomos no somos esclavos obligados a servir a un amo cruel. Todo lo contrario. Ocupamos un puesto de gran dignidad, pues Jehová nos ha confiado una labor que nunca se repetirá: declarar las buenas nuevas en los últimos días de este sistema de cosas. Además, nos concede un amplio margen de libertad para cumplir con nuestras obligaciones. Por lo tanto, seamos mayordomos fieles y valoremos el inmenso honor de servir al Ser más importante del universo.
[Ilustraciones de la página 12] Cumplamos fielmente nuestras responsabilidades
Cántico 125
"SUJECIÓN LEAL AL ORDEN DIVINO"
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